―Su Majestad... ¿Roland?
La voz era suave y distante.
No fue hasta que Roland sintió una sensación de cosquilleo alrededor de su oído que de repente se dio cuenta de que alguien estaba llamando su nombre.
―Otra vez estás disperso…―Ruiseñor se apoyó dramáticamente en la mesa larga, mirando directamente a los ojos de Roland. Sostenía la barbilla en su mano, con la cabeza ligeramente ladeada, y un dedo índice pálido se balanceaba de lado a lado. Era obvio que ella había usado ese dedo para jugar con la oreja de Roland.
―Ehm... ¿En serio? ―Roland se aclaró la garganta, fingiendo que estaba leyendo el informe estadístico que acababa de llegar ―. Probablemente debido al clima cálido de hoy. Me hace dormitar fácilmente.
―Esta no es la primera vez que empiezas a soñar despierto. ―Ruiseñor regresó al sillón reclinable al otro lado de la tienda ―. Desde que regresaste de la Iglesia de la Reflexión, siempre estas aturdido. ¿Ha pasado algo?