Cuando salieron del bar, vio a Huo Li con las manos en los bolsillos, entrando tranquilamente. Lu Zhaoyang se estremeció al pensar en los métodos despiadados que estaba por emplear para el hombre dentro.
La brisa de invierno soplaba y ella se acurrucó aún más en los brazos de Huo Yunting.
Su reacción involuntaria complació a Huo Yunting. Lentamente se dirigió hacia el coche.
Dentro del auto, ya no sentía el viento helado ni el calor de su cuerpo.
Lu Zhaoyang volvió a poner su teléfono en el bolso y miró a Huo Yunting, que estaba sentado a su lado. —¿Yazhi te llamó?
De lo contrario, nunca habría sabido de su paradero.
—Espero que tú hagas la llamada la próxima vez. —Huo Yunting no la miró. Pisó el acelerador y condujo hacia la calle principal.
—Huo Yunting, gracias. —Ella no tenía nada más que decir. La gratitud, sin embargo, era apropiada y necesaria.
—Sabes que nunca necesito gratitud en forma de palabras.
—...