Iris se quedó atónita.
Philip había encontrado a alguien que llevara una gran pecera a la habitación. La pecera medía la mitad de la altura de una persona y casi un metro de largo. Con una pecera en la mano, alguien vertió agua en ella.
Después de hacerlo unas cuantas veces, el depósito estaba lleno.
Iris no entendía qué quería hacer Philip. Sin embargo, los sirvientes se fueron después de llenar el tanque con agua, dejando sólo a Philip e Iris en la habitación.
Philip la miró con sus ojos profundos y sin fondo. Dentro de sus ojos había un amor tan fuerte que era casi una locura. De repente dijo: —Iris, sé que estás enfadada conmigo por haberte estrangulado casi hasta la muerte, así que me vengaré por ti ahora.
Después de hablar, bajó de repente la cabeza y la sumergió en el agua.
Las pupilas de Iris se contrajeron y se sentó bruscamente.