Dentro de la ducha, Davi se sentía extraña. No sabía por qué su corazón latía con tanta fuerza. Estaba anticipando con ansiedad lo que Sei podría decirle. Era porque, en ese momento, algo extraño pareció reflejarse en sus ojos.
Su mirada hizo que ella se sintiera algo inquieta, y, por reflejo, se llevó una mano al pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.
—¿Por qué me siento así? Es sólo que me siento muy nerviosa, ¿no? —murmuró para sí misma, mientras sus ojos adquirían una expresión inquisitiva. Pero cuanto más pensaba en el asunto, por alguna razón que desconocía, parte de ella parecía decirle que será mejor no oír las palabras que él tenía que decirle. Un pensamiento le trajo una sensación desagradable y la hizo sacudir la cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos negativos de su mente.