Zaki le puso la camisa a Hinari como si fuera un bebé que necesitaba su ayuda. Le puso la camisa en la cabeza, que le cubría toda la cara, y cuando la bajó, el cuello de la camisa se detuvo justo debajo de su nariz. Luego tiró de la parte inferior de la camisa sobre sus hombros, atrapando ambos brazos. Su cabello, que volaba con el viento, ahora cubría su cara, quedando atrapada por la camisa y trató de quitársela con la boca porque sus manos estaban atrapadas. Cuando no tuvo éxito, sus ojos se volvieron hacia Zaki en frustración y lo miró con puñales en los ojos.
Zaki entonces levantó las mangas y le hizo un gesto para que metiera los brazos en ellas, y como una niña mimada, le hizo un puchero mientras empujaba sus brazos por las mangas. Entonces él bajó la camisa para que dejara de cubrir su boca y una vez que su cara quedó al descubierto y su pelo se arregló, pudo ver lo molesta que estaba con él.