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55% Siempre serás mi único amor / Chapter 10: Xiao Qingchen no puede dormir. Él necesita a...

章 10: Xiao Qingchen no puede dormir. Él necesita a...

—Antes… Yewan siempre estaba a mi lado y ahora… Ahora que no está conmigo al dormir, me siento algo inquieto e incapaz de lograrlo.

Sus adorables labios rosados se fruncen y él resopla. Interrumpe sin querer la pregunta que iba a formularle la maestra.

—Esta es una costumbre que pensé había dejado hace tiempo, shifu. Es vergonzoso que de nuevo necesite tanto a alguien a mi lado para dormir. Es como si de nuevo tuviera ocho años- No, incluso antes no era tan así.

Sintiéndose más cómodo con ella, Xiao Qingchen se muestra más seguro y sin reservas al hablarle y comienza a divagar por ahí y por allá; soltando sus pensamientos apenas llegan a su mente. Por mientras, la mayor le trenza el cabello y lo escucha atentamente.

—La mayoría de las noches aquí dormí solo en mi cuarto, sobre todo en verano y primavera, y en ese tiempo no tuve problemas para conciliar el sueño. Pero… hoy no puedo. ¿Es porque es invierno? No, no puede ser. Porque en los últimos cinco inviernos no lo necesité, esto es extraño.

Suspira. Intenta esforzarse más en encontrarle sentido al regreso de esta costumbre que a su parecer es tan infantil. Un detalle que pasó por alto aparece entre sus pensamientos para recordarle su existencia.

—Ah, en realidad, no es sólo hoy… Y en este invierno no he dormido solo. Sólo desde que me separé de Song Zhen, no he podido dormir bien. —Se detuvo unos instantes para meditarlo—. Será porque él… ¿me ha permitido demasiado?

—…

—No mucho después de conocernos, ya estábamos compartiendo la misma cama, y mantuvimos eso durante todo el viaje. Supongo... que gracias a él, me acostumbré a tener a alguien a mi lado cuando descanso. Jajajaja. ¡Apenas pueda me quejaré de eso con él para ver qué hace al respecto!

—Malvado, —dice con un toque de diversión al darle un golpecito en la frente con los dedos por tal idea dicha.

—¡Jajajaja, no lo soy! Ah ¡Pero! No entiendo… Si es simplemente estar acompañado, debió de funcionar cuando fui a la cama de de dashixiong y luego a la de los demás.

—Por eso ahora estás aquí.

—Sip.

—¿Y sientes sueño aquí?

Xiao Qingchen bosteza y responde.

—Un poco. Cuando estoy con shifu me siento seguro y feliz.

Xiao BaiShan lo observa detenidamente. Entiende que esa felicidad y tranquilidad es diferente a la que busca actualmente, la cual al parecer únicamente la sintió cuando estaba con su amigo del exterior. Ella ha sido como una madre para Xiao Chen porque lo adoptó cuando era tan sólo un pequeño infante y lo crió amorosamente como a un hijo real, entonces sabe que la comodidad que siente su alumno más joven con ella es el que siente un polluelo al abrigarse entre las plumas de su mamá gallina.

Sin embargo… ¿qué es lo que hace diferente a ese muchacho que recién conoce de los hermanos con los que creció?

—Dices que no logras conciliar el sueño cuando estás con tus shixiongs; tal vez sea porque buscas un "algo" en especial ¿Te has preguntado qué es lo que no encuentras en los demás?

—Oh, no. No lo he hecho.

—Piénsalo un poco.

Él obedece.

—Hmm… ¿Supongo que es la calidez agradable y exacta? ¿Los hábitos no molestos? Ah… no estoy seguro.

—También puede ser el lugar donde te has acostumbrado a dormir. —Cuando shifu indica eso, Xiao Qingchen no puede evitar pensar felizmente en los brazos de su amigo—. ¿En qué sitios han pasado la noche?

—Huh… Generalmente en posadas, posadas decentes. A ambos no nos gusta la suciedad, aunque más a Yewan jajaja, entonces nos íbamos a un buen alojamiento cuando no había quien nos recibiera en su casa. A veces también dormíamos al aire libre. Hacíamos una fogata para obtener calor y dormíamos juntos sobre los abrigos.

Ambos guardaron silencio intentando pensar más. No encontraban mucha similitud entre esos lugares como para darse una idea de lo que Xiao Qingchen está buscando.

—Probablemente sólo sea porque te resulta extraño volver a donde antes dormías. Y por eso tus viejos hábitos vuelven para ayudarte a acostumbrarte más rápido.

—Eso suena muy extraño, shifu.

El pequeño Xiao inclina la cabeza hacia el hombro de su maestra y lo deja ahí. La maestra sonríe y le responde dulcemente:

—No lo es si lo piensas un poco, pequeño tonto.

O si ya lo viviste. Así uno está seguro de que es posible.

Xiao BaiShan comienza a recordar aquellos años en los que vivió huyendo y esforzándose hasta el desmayo para conseguir un poco de alimento o dinero. Ella que alguna vez vivió sin preocupaciones tales, jugando y disfrutando los días a plenitud con tres comidas al día y una suave cama; llegó a tener sólo un pan para comer luego de quince días de no hacerlo y descansó escondida en establos junto a la mierda de los animales o en las ramas altas de los árboles; siempre alerta al temer ser encontrada.

Tanto tiempo pasó en estas condiciones que incluso cuando la situación del mundo mortal se tranquilizó y los demonios fueron erradicados, ella siguió durmiendo en lo alto de los árboles, al serle imposible volver a hacerlo tranquilamente en una cama. Se sentía demasiado expuesta y no conseguía cerrar los ojos por más de cinco segundos. Más tarde, cuando su hermano marcial la encontró, sintió seguridad y algo dentro de ella le pedía dormir con él sobre el pasto y los abrigos que llevaban. Exactamente como antes lo hacía cuando salía de cacería nocturna con sus hermanos y hermanas marciales.

Ambos suspiran.

Mientras la mayor es llevada a las memorias lejanas y borrosas, el joven alumno sigue un tren de pensamientos que lo deja en una conclusión extraña. Y luego eso se desvía a otro asunto y ello se conecta con una duda nunca dicha en voz alta. Y así, y así, y así...

Hasta que le molesta cierto pensamiento al que llega.

—Shifu, shifu —llama hasta saber que le presta atención de nuevo—. Tengo una pregunta: ¿Cuánto falta para que deje de ser un niño?

La maestra sólo lo observa esperando una continuación.

—Creo... que todo esto es porque aún lo soy. Pensé que por fin estaba creciendo bien, pero este tipo de comportamiento de niño regresa a mí tan de repente. Sumándolo a que todavía tengo este rostro tan infantil y no soy tan alto como mis shixiongs, enton-

—Qingchen, el menor de tus hermanos marciales es cuatro años mayor que tú. Aún estás en desarrollo; pronto crecerás y serás tan grande como los demás.

—¡Pero, maestra, no es sólo la edad! Song Zhen es más alto, ¡siendo menor que yo! Y su rostro no es tan infantil como el mío, tal vez sólo un poco y por eso es tan adorable cuando se vuelve tímido…

El tono de queja cambió repentinamente a uno feliz. Cuando la desconcertada maestra busca la mirada clara de Xiao Qingchen, la encuentra perdida y brillante en recuerdos que danzan frente a estrellas para él.

La sospecha que apareció en su mente durante la cena vuelve a hacerlo..

—... e incluso así es muy guapo ¿Puede creerlo, shifu? Definitivamente, cuando Song Zhen sea un adulto, será uno muy encantador y perseguido jajaja. Oh, pero a él no le gusta el desorden ni estar rodeado de mucha gente, así que… supongo tendré que seguir ayudándolo a librarse de todas las doncellas que quieran hablar con él. Tsk, tsk, tsk.

Xiao BaiShan no puede creerlo ¿Su pequeño niño piensa volver al mundo mortal?¿Es que acaso piensa que la regla principal de esta montaña puede ser ignorada de nuevo? Estaba a punto de dejar en claro aquel tema, cuando notó que el ánimo de su alumno volvió a bajar.

Curiosa por las nuevas expresiones que él mostraba mientras se perdía en sus pensamientos, se mantuvo atenta para intentar entender el por qué detrás de estas.

—Sin embargo… ¿Qué hay de mí?¿Podré cambiar? Quisiera crecer más rápido… ¿Por qué… por qué no puedo, shifu?

La maestra está sin palabras ¿Qué decirle a un adolescente así? ¿Cómo explicarle? ¿Cómo saber cuál es la respuesta que espera y cuál es la que debe de darle? A pesar de haber criado tantos adolescentes antes, aún no tiene una respuesta clara. Cada uno de sus alumnos llevó de diferentes maneras esta etapa, por lo que sólo le queda un patrón borroso del que guiarse.

—Qingchen… —Acaricia su espalda intentando calmar sus angustias—. ¿Por qué tanta prisa en volverte un adulto?

Él ríe suavemente detrás de su mano. Lentamente enumera:

—¿Por qué no quererlo? Seré más alto, fuerte y sabio, tanto como shifu. Por fin sabré las técnicas que sólo conocen dashijie y dashixiong; ellos me dijeron que cuando sea mayor me las enseñarían. Seré tan capaz que shifu ya no se preocupará tanto por mí cuando regrese al mundo mortal y así yo también estaré tranquilo.

Shifu estaba petrificada y conmovida a la vez.

—Será muy fácil exorcizar y ya no demoraré en hacerlo; de esta manera, yaaaawn. —Sus largas pestañas suben y bajan pesadamente una y otra vez al compás de sus lentas y relajadas respiraciones. El bostezo que lo interrumpió fue clara muestra de que finalmente logra sentirse listo para dormir—. De esta manera... tendré… más tiempo…

—¿Tiempo para qué?

—Para… para jugar con A-Zhen.

Sonríe perezosamente. Luce tan adorable que la maestra no tiene corazón para decirle que no permitirá una segunda salida. Tal vez mañana temprano sí se lo comunique. Sin embargo, ahora... Al verlo, comienza a sentirse también aletargada. Sus pensamientos vagan en lo conversado con su joven alumno, cayendo en ciertos detalles a los que debió de prestar más atención en su momento.

—A–Qing… Quieres crecer sólo para irte ¿verdad?

—Mhm…

A pesar de balancearse entre la inconsciencia de los sueños y la realidad, su tono e incluso su expresión demostraron cierta culpa al contestar; tal y como si entendiera la pregunta.

—Y te vas para encontrarte con el joven Song, ¿no?

Qingchen sonríe inconscientemente.

—Sí…

Y así terminó el primer día de Xiao Qingchen estando nuevamente en su hogar, dando lugar a más días.

Al principio, shijies y shixiongs se sintieron muy confundidos por el permiso especial que únicamente se le ha concedido al menor, y esperaron inquieta, pero silenciosamente, una explicación de su maestra. Esta llegó luego de tres días y sólo los dejó más intrigados.

Ahora quieren una explicación de la explicación.

Todo continúa como siempre, pero…

Una semana después, Xiao Qingchen dejó de salir de su cuarto para buscar con quién dormir.

¿La razón? Ya podía hacerlo solo… Si lo vemos de cierta forma. En realidad, todo es debido a un encuentro inesperado entre sus pertenencias.

Desde que arribó en la montaña, él no ha abierto ninguna de sus bolsitas qiankun a menos que necesitase algo importante de ellas; por lo que no fue hasta que decidió decorar su cuarto con los adornos que trajo del mundo exterior, que recién desempacó todo. Hurgando y hurgando, fue así que encontró una bolsita extrañamente familiar llena de abrigos y capas oscuras cual ébano con hermosos bordados de plata que reconocería en cualquier lugar.

Eran los abrigos de Yewan.

Luego de carcajear un poco al imaginarse la expresión de seria y muda desesperación que seguramente tuvo su amigo al percatarse de la ausencia de sus ropas, procedió a acomodarlas de nuevo en su lugar y a prepararse para dormir antes que alguna de sus shijies aparezca en su cuarto para regañarle el porqué estaba despierto aún. Sin embargo, como todavía no sentía sueño, simplemente apagó las velas y se recostó en su cama preguntándose con quién de sus hermanos iría esa noche. Por mientras, se entretenía haciendo girar el bolsito qiankun en uno de sus dedos.

Su línea de pensamientos se desvió de su principal tema como generalmente le sucedía, y de pronto Xiao Qingchen comenzó a sentirse un poco adormecido.

Sus párpados caían una y otra vez pesadamente y su mano dejó de jugar con la bolsita sin que se diera cuenta. Esta cayó finalmente en su pecho y no fue de vuelta recogida porque el amigo del dueño ya había caído dormido.

Sólo una brisa helada mandada por alguna diosa traviesa lo despertó de nuevo. Tembló por su frialdad, pero no quería levantarse para arroparse correctamente entre sus frazadas.

Pensó un rato sobre qué hacer y cuando se le ocurrió una solución, pensó otro rato más en la excusa que se daría a sí mismo para poder concretarla.

Entonces, estando demasiado perezoso por la somnolencia, no encontró mejor idea que la de simplemente usar algo cercano que no le requiera pararse de la cama para usarlo. ¿Y qué era eso? Pues era el primer abrigo que hallase en la bolsita qiankun de Song Yewan. Después de todo, tenía el contenedor entre sus manos y sólo tendría que sacar lo que quería de ahí y envolverse con ello.

Xiao Qingchen así lo hizo y durmió más cómodo que nunca, recordando los felices días que pasó en el exterior con quien se convirtió en su mejor amigo. Tan confortable fue su sueño esa noche que también usó la gruesa y oscura capa en la siguiente, y en la que le siguió a esa.

Y en todas las noches posteriores.

Pensó en las palabras que le dijo su maestra aquella madrugada y así encontró la respuesta a esas:

«Lo que no encuentro aquí es a A–Zhen».

No prestó mucha atención a tal y regresó a caer inconsciente en la nube hecha de sueños, envuelto en el aroma familiar de la capa que lo abrigaba.

Siguió transcurriendo el tiempo. Dos semanas se cumplieron de forma agradable.

Desde que el menor de los alumnos de la inmortal regresó al hogar, todos se mantuvieron por estricta orden al lado de la maestra, restringidos de siquiera ir a los cercanos y seguros bosques en la falda de la montaña que antes ellos visitaban para jugar, recolectar frutas o pescar en el cristalino río del este. Sólo se limitaban al área del pico al que la shifu los llevó.

Afortunadamente, la rutina que llevaban cuando podían pasearse por toda la montaña no cambió tan drásticamente y siguieron con su entrenamiento, deberes y entretenimiento de forma habitual. Sólo algo más fue agregado: momentos donde xiao didi les contaba a sus mayores las aventuras que vivió en el mundo mortal junto a su mejor amigo.

Los mayores estaban curiosos de conocer sobre la actualidad de aquel mundo que dejaron hace mucho, y escucharon encantados las experiencias de su xiao didi.

Hasta que algo les llamó la atención.


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