Gabriel se volvió a poner los guantes tras salir de la ducha. Se secó el cuerpo usando un hechizo sencillo y se vistió.
También pudo ver una máscara parecida a la que llevaba antes sobre la cama. Era como si alguien la hubiera dejado allí para él. Como no había recordado a nadie sobre ella, estaba claro que era obra de Avilia.
—Esa chica...
Se acercó a la cama y recogió la máscara, poniéndosela directamente. Estaba a punto de salir, pero se detuvo justo antes de la puerta, recordando algo.
Aunque tenía una máscara, ya no tenía ilusión. Izen ya había advertido a los Sumos Sacerdotes sobre él, hablándoles de su Marca y guantes para comprobar. Si no tenía una ilusión, los Sumos Sacerdotes podrían ver claramente sus guantes, lo cual no era lo ideal.
Se quedó ante la puerta, abriéndola ligeramente. Después de abrir la puerta, colocó sus manos detrás de él y se paró como un experto surrealista como si supiera que los Sumos Sacerdotes estaban justo afuera.