—Feng Yue también rió y saludó a Ni Cuihua —Hermana mayor, ¡de verdad que has criado una buena hija! Jamás he visto una chica tan capaz como Yangyang. ¡Solo tiene diecisiete años pero ya es la jefa de dos tiendas! Si no se hubiera visto con mis propios ojos, ¿quién lo creería?
Después de que Ni Yang se alejó con Ni Cuihua, los dueños de negocios cercanos salieron a cotillear con Feng Yue.
—¿Esa señora de ahora era la madre de Yangyang? —preguntó uno.
—Sí —Feng Yue asintió.
—No es de extrañar que Yangyang sea tan guapa, ¡su madre tampoco está nada mal! Yangyang cumple diecisiete hoy, su madre debe tener al menos treinta y cuatro, ¿verdad? ¡Parece que está en sus veinte! —exclamó otro admirado.
—Exacto, ¿por qué ambas son tan bonitas? Mira mi piel, en comparación con la de ellas, ¡parezco piel de pepino viejo! —se quejó una mujer.