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Sangre. Sangre por todas partes...
El coche se había convertido en un montón de metal inservible. La persona en el asiento del conductor era irreconocible por la sangre en su rostro. Su respiración era débil, y sus brazos y piernas estaban torcidos...
Justo cuando Qin Yan llegaba a la villa Luz de Luna, recibió una llamada del Anciano Su.
—Qin Yan.
—¿Sí, maestro? ¿Qué ocurre? —Qin Yan frunció el ceño al escuchar la voz solemne del Anciano Su.
—Acabo de recibir una llamada del Hospital Ángel. Un joven ha tenido un accidente y su estado es muy grave. Necesito que llegues al hospital ahora mismo. Haz lo que sea necesario —instruyó estrictamente el Anciano Su.
—Está bien. Llegaré al hospital lo antes posible —respondió Qin Yan afirmativamente.
Xi Ting miró a Qin Yan y preguntó:
—¿Qué pasó?
—Necesito llegar al Hospital Ángel ahora mismo —respondió Qin Yan.