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La respiración del pequeño se ralentizó, convirtiéndose en rítmica y constante, mientras el sueño comenzaba a envolverlo. El silencio de la habitación lo envolvió, roto sólo por los suaves sonidos de su propia respiración.
Mientras la mente de Xiaobao vagaba entre la vigilia y el sueño, una tenue sonrisa se formó en sus labios. En sus sueños, podía imaginar el rostro de su Tía Yan, su tierna presencia a su lado, cumpliendo la promesa que se había hecho. Aunque ella no estaba físicamente allí, su amor y calidez permanecían en su corazón, ofreciéndole consuelo mientras empezaba a rendirse al abrazo pacífico del sueño.
La habitación se quedó en silencio, y la respiración del pequeño se volvió aún más tranquila. Con cada momento que pasaba, el mundo que lo rodeaba se desvanecía, reemplazado por un paisaje de ensueño de imaginación y maravilla.
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