No se atrevió a intentarlo hasta que Sith y su equipo comenzaran su ataque. Y cuando eso sucedió, ocurrió lo que William esperaba.
Los tigres cayeron en desorden en el momento en que Sith y su equipo se unieron a la lucha. Cuando William sentía poca presión aquí, los tigres tuvieron que desviar la mayoría de sus ataques, aliviando así la mayor parte de la presión.
—¡Gracias! —gritó William, sin dudarlo más y se lanzó al medio de un grupo de monstruos muertos que había matado antes.
En medio de todo este caos, aprovechó la oportunidad y comenzó a recoger los núcleos que había perdido anteriormente. Esta vez no intentó atacar a ningún monstruo, dejando que Sith y su equipo se ocuparan del resto de los tigres mientras él recogía su botín.
Y esta vez, William no pudo evitar reír de vez en cuando, feliz por su ganancia.
—Cien núcleos de plata... ¡Jajajaja! Así es como siempre debería ser, ¡jajaja! —exclamó entusiasmado.