—¡Oh! Señor, está aquí. ¿Qué puedo conseguirle hoy? —preguntó el hada masculino. Revoloteaba allí con su pequeño delantal diciendo arriba y abajo.
—Dame dos juegos para ambos de lo que tengas en abundancia. Todo lo que haces es tan bueno que es para morirse. —A Blake le encantaba la cocina de este hada. Su nombre es Yandal, y fue uno de los refugiados que llegaron cuando el ejército de orcos estaba en marcha. Empezó a cocinar después de probar algo de la comida de la ciudad y se interesó por ello. Sorprendentemente, era bastante bueno y sabía cómo hacer brochetas de carne muy bien. Blake venía aquí cada vez que estaba en la ciudad.
—Hecho. Tardarán un poco. Tengo algunos clientes antes que usted. —Yandal nunca mostraba favoritismos. No importaba quién fuera, siempre se apegaba a su política de primero llegado, primero servido.
—No hay problema. Tu comida vale la espera. —Blake se frotaba las manos mientras sonreía. No podía esperar a hincarle el diente a esas brochetas de carne.