O al menos eso era lo que Blake había pensado. —Blake, ven a sentarte con nosotras—. Erica caminó hacia él y lo tomó de la mano, empujándolo hacia la cama. Las dos chicas luego se sentaron a su lado y sin vergüenza alguna comenzaron a besar su cuello mientras pasaban sus manos por su pecho.
Blake no odiaba lo que estaba pasando, pero todavía no podía darles completamente lo que querían. Sólo podía dejarlas hacer lo que quisieran por el momento sin cruzar la línea final. Las dos chicas besaron su cuello hasta llegar a la boca de Blake, donde tres lenguas se entrelazaron. Las chicas se sentaron cada una en una de sus rodillas y comenzaron a frotarse contra ellas. Sabían lo que querían, pero Blake las alejó suavemente y sonrió a ambas. —Todavía no es el momento. Aunque quiero, ambas deben esperar—.