Michael bajó la mirada y observó el vino que le habían puesto enfrente.
No se movió por un rato. Estaba reflexionando sobre lo que estaba pasando.
—Michael, pruébalo ahora —Winnie volvió a intentar que él bebiera.
Michael dudó. Luego tomó la copa.
Pero no bebió de ella.
En cambio, la colocó sobre la mesa y tiró de Winnie. —Mamá, ya te dije que no fueras a ningún lado sola. Vamos a casa, ¿de acuerdo?
—¿Ir a casa? —Winnie dirigió la mirada a la copa y recordó lo que la mujer le había dicho. Negó con la cabeza, rehusándose a moverse.
Empujó las manos de Michael y volvió a tomar la copa. —Quiero que bebas esto ahora, Michael.
—Mamá, ¿por qué insistes tanto en que beba? —Michael se veía desconcertado por su comportamiento.
Debía haber algo mal con la mente de Winnie. ¿De qué otra forma podría explicarse que insistiera tanto en que terminara el vino?
Las cosas no eran tan simples.
—Porque me gusta Yonina —Winnie sonrió al imaginarse a Michael y Yonina casándose.