"Mark bajó la mirada. Su cabeza se inclinó, como si hubiera hecho algo mal.
—No les gusta cuando juego con Leah —dijo Mark en voz baja.
—¿No les gusta que juegues con Leah? —Repitió Michael, perplejo.
Al girarse para mirar a Leah, que yacía en la cama del hospital, se preguntó por qué los padres de Mark no querían que su hijo jugara con su hija. Su hija era una niña adorable.
—¿Por qué no les gusta? —preguntó Michael.
—No lo sé —admitió Mark—. Mamá y papá dijeron que no debería pasar el rato con Leah. Dicen que somos de diferentes clases sociales.
Michael y Wendy intercambiaron miradas. Wendy encontró la razón absurda.
—Está bien. La próxima vez, cuando quieras jugar con Leah, solo ven a nuestra casa. Sin embargo, no puedes escaparte de tu casa, ¿de acuerdo? —dijo Michael tiernamente mientras acariciaba la cabeza de Mark suavemente.
Al levantar la mirada, los ojos de Mark se iluminaron cuando escuchó lo que Michael había dicho. El chico sonrió y asintió.