Ambos nos acomodamos en nuestros asientos mientras el camarero servía té y aperitivos.
—Mari, ¿por qué me llamaste tan urgentemente? —preguntó de nuevo y yo suspiré.
—Dami, necesito tu ayuda —pedí y él rió entre dientes.
—Eso ya lo sé, de lo contrario no me habrías llamado tan sigilosamente, pero nos acabamos de ver anoche, por eso me preocupa tu invitación repentina —su preocupación me trajo una sonrisa a los labios.
—Como sabes, había empezado a tomar control de las obligaciones de la duquesa, y también estoy tratando de conseguir mis propiedades parentales para empezar un negocio. Necesito algunas personas de confianza que sean buenas en leyes y negocios —respondí y él asintió.
—Pensé que hay mucho con lo que trabajar contigo, tu lugar es el centro de la administración, incluso el palacio real no se le puede comparar en eso. Los mejores cerebros están ahí únicamente —ese era el dilema que quería contarle.