Ange se sorprendió al enterarse de que su salvador quería aceptarla como una discípula directa, pero para Yale, eso era bastante lógico dado lo talentosa que era Ange.
Aunque cada experto tenía un gusto diferente para los discípulos, era difícil ignorar a alguien con tanto talento.
—Saludos, maestro!
Ange estaba sorprendida, pero ella aceptó rápidamente. Después de todo, tener un maestro fuerte era la mejor manera de garantizar su propia seguridad.
En cuanto a la parte de ayudarla cuando practicaba, Ange no lo pensó porque nunca sintió que la práctica fuera difícil, simplemente aburrida.
—Genial. Ange, eres mi única discípula directa, por lo que tendrás un estatus muy diferente de otras personas en la academia, pero es necesario recordar que no debes utilizar esta autoridad para intimidar a los demás.