Damián miró a su hermano, Rhys, quien estaba sentado en una silla junto a su cama de hospital. Rhys lucía terrible, con ojeras y una expresión demacrada en su rostro.
Damián sabía que Rhys había estado luchando por dormir desde que había sido hospitalizado.
—Oye, bro —dijo Damián suavemente, intentando sonar lo más animado posible—. ¿Cómo aguantas?
Rhys soltó un profundo suspiro y pasó una mano por su cabello. —He estado mejor —dijo—. Es solo que es duro verte así, ¿sabes? Me siento impotente.
Damián extendió la mano y apretó la de Rhys de manera reconfortante. —Sé que es difícil, pero intenta no preocuparte demasiado. Los médicos están haciendo todo lo posible para curarme, y voy a estar bien.
Rhys asintió, pero Damián pudo ver la duda y la preocupación en sus ojos. —Sé que estás intentando ser fuerte por mí —dijo Rhys—. Pero no puedo evitar sentirme culpable. Desearía poder hacer más por ti.