Tania miró a su padre con los ojos muy abiertos de sorpresa. Él era quien quería que se quedara en Pegasii durante al menos una semana y más si era necesario. Entonces, ¿por qué de repente tenía tanto interés en enviarla lejos? Quería preguntarle, pero luego se dio cuenta de que sería mejor quedarse callada. Cuanto más preguntara, más posible era que sus planes se tambalearan. Se apretó los labios con fuerza mientras la emoción la embargaba. Su mirada se desvió hacia Eltanin, quien tenía el ceño fruncido. El procedimiento judicial comenzó y ella le sonrió a su esposo.
—Padre me ha permitido irme contigo a Draka —dijo Tania en cuanto terminó la corte y caminaban por el pasillo hacia su habitación—. ¡Nos iremos mañana! —Soltó un grito bajo de emoción.