La verdad es que Nikolai no esperaba mucho de esa única pregunta. Pero para su sorpresa, Rosela había estado planeando matar a Mineah desde el principio. Desde aquel incidente en la posada hasta el ataque de las sirenas en medio del mar, parecía que estaba decidida a asegurarse de que su esposa muriera para poder tenerlo todo para ella.
—Y... Y no me arrepiento de nada de esto... —Rosela tartamudeó, su voz sonando derrotada.
—Así parece —suspiró Nikolai, más por decepción que por ira mientras la interrogaba—. Tu confesión es más que suficiente para que te condenen a cadena perpetua en la celda más profunda de la mazmorra. Sin embargo, hay más en esto. Zoran...
—¿Zoran? ¿Qué pasa con él? —preguntó Rosela con indiferencia.
—¿Has estado conspirando con él todo este tiempo?
—Sí...
Parpadeó ante la rapidez con la que salió esa respuesta. Ni siquiera necesitó obligarla para obtener su respuesta. Parecía que realmente se había rendido ahora.