—Rosa, ya puedes entrar —dijo Zayne.
Rosa dudó en darse la vuelta aunque Zayne le había dado permiso de volver a entrar en la tienda. Echó un vistazo rápido y lo encontró vestido. —¿Cómo te desharás del agua?
—Alguien vendrá a sacarla. ¿Ya te has lavado? —preguntó Zayne.
Rosa negó con la cabeza. —No, no sé dónde voy a lavarme. Estaba esperando para ir con Mary pero luego tuvo que montar su tienda. ¿Hay algún lugar cerca?
—Debe haber, porque tuvieron que sacar mi agua de algún sitio. Puedo conseguir agua tibia
—No —Rosa agitó sus manos para detenerlo—. No necesito agua tibia. Solo la trajeron para ti.
Rosa no quería molestar a nadie para que le trajeran agua caliente siendo una forastera. No ayudaría a que los demás la aceptaran. Sería aún más una molestia.
—Si solo pudieras indicarme el camino, iré rápidamente allá a lavarme —dijo Rosa.