—Esa es la mejor decisión para ti en este momento. No intentes discutir con nadie en la corte. Todos ellos son imposibles de razonar. No te permitirán hablar y como están tratando de culparte, se rebajarán. Debes quedarte aquí —dijo Mary.
—¿Adónde iría mientras espero que Zayne regrese? No tengo ninguna razón para ir al palacio sin importar quién me llame. Zayne ya le había dicho a su familia que no quería que yo visitara el palacio. Espero que el rey nunca vaya en contra de lo que Zayne deseaba —dijo Rosa, pero no confiaba en Gage.
—Lamento haberte traído esto. Tienes suerte de que la Dama Catalina esté ahora en el palacio y el rey debería callar a cualquiera que hable mal de ti. Aún eres la esposa de Zayne. Deben proteger a una Hamilton —dijo Mary, esperando que los reales no le dieran la espalda a Rosa ahora.
Si lo hacían, una vez que Zayne regresara entonces tendrían el infierno que pagar.
—Tengo curiosidad —comenzó Mary—. ¿Lamentas haber venido a este reino?