—No tenías que hacer esto —dijo Rosa.
Zayne arrojó el paño que usaba para limpiarla de vuelta en el cuenco de agua que comenzaba a enfriarse. —Habría sido incómodo para ti dormir así —respondió él.
Rosa estaba agradecida de que él pensara en limpiarle el poco sudor que tenía y cambiar las sábanas debajo de ellos. Podría salvarse de cierta vergüenza por la mañana.
Rosa miró la jarra que se suponía contenía agua para beber si necesitaban algo durante la noche. Estaba vacía.
Zayne notó que ella miraba allí. —Voy a rellenarla con agua y traer algo de comida para ti. Tal vez solo haya algunas frutas o tal vez hayan dejado la cena para nosotros. Volveré pronto —dijo, inclinándose para besarla de despedida antes de levantarse.
Rosa se quedó en la cama, observando como Zayne tomaba la jarra. Quería acompañarlo pero estaba demasiado cansada para moverse. Algún día tendría que ser ella quien ordenara la habitación en lugar de Zayne y quizás limpiarlo a él.