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Rosa disfrutó de la parte posterior de la ceremonia de matrimonio. Ver a su familia y amigos hablar con los soldados a quienes se les dio la noche para relajarse y divertirse tanto como quisieran.
Hoy no era solo una celebración por casarse con Zayne, sino también para que los soldados celebraran que partirían hacia el hogar mañana, mientras otros vendrían a reemplazar sus puestos.
Rosa nunca había visto a los soldados tan relajados, aunque se tensaban cuando Zayne los miraba. Ella tuvo que llevarse a Zayne para que sus soldados pudieran disfrutar adecuadamente de la noche.
Rosa compartió su primer baile con Zayne y pronto se les unieron otras parejas, lo cual no le importó.
Zayne le ofreció la mano a Rosa, listo para dejar a los demás invitados y estar solo. —¿Lista? —preguntó él.
—Lo estoy —Rosa colocó su mano sobre la de él.
Estar con todos era encantador pero ella quería estar a solas con su esposo.