(Desde la perspectiva de Demetrio)
—Entonces, necesitamos caminar, ¿verdad?
—No podemos llevar un caballo tan lejos —respondí—. La gente normal no siempre tiene caballos. Así que, tenemos que ir a pie ahora.
—Ya veo... —murmuró.
—¿Estás cansada?
—No, no lo estoy.
—Yo sí. ¿Por qué estamos caminando? Podría simplemente teletransportarme.
Era Flint, el mago de mi esposa. Ella insistió en traerlo con nosotros. —¿Por qué lo tenemos aquí otra vez? —pregunté.
—Puede ayudarnos si algo sucede. Sé que eres poderoso y todo eso, pero ¿qué pasa si a alguien le sucede algo cuando otros están cerca? Si usas tu poder, todos te reconocerán ya que ese poder de controlar la sangre es único y todos saben que sólo su Rey puede usar este poder. Eso sería un problema. Pero si Flint usa su poder, entonces nadie sabrá si tú eres el Rey o yo la Reina. Los magos no son tan raros, así que no será demasiado difícil inventar una historia o algo.
—Estás pensando demasiado —dije.