—Con George sin mostrar ninguna señal de que quería comunicarse, Talia no quería quedarse.
—Volveré por la noche para recoger esto y traerte comida fresca. Nadie te molestará. Si necesitas algo, solo tienes que gritar, y alguien vendrá a verte —dijo sus adiós y se fue—. Lo que Talia no vio fue que los ojos de George se movieron cuando Talia cerró la puerta detrás de ella.
—George escuchó a Talia. Estaba al tanto de todo lo que sucedía a su alrededor, pero no tenía deseos de responder. Era como si todo esto estuviera sucediendo a otra persona y él estuviera observando desde el punto de vista de una tercera persona. El desapego le permitió aliviar el dolor, pero la verdad es que se sentía vacío, como si alguien hubiera quitado una parte importante de su pecho. Era una cáscara vacía, sin impulso para reaccionar a estímulos externos.