—¿Necesitas ver a un médico? —preguntó Lauren, entrecerrando sus ojos hacia George, quien estaba sentado frente a ella en su pequeña oficina, luciendo más como un cachorro perdido que su habitual yo compuesto.
—¿Y eso por qué? —preguntó George, fingiendo una despreocupación.
—Has estado actuando de manera extraña durante las últimas dos semanas. Apenas te reconozco. ¿Seguro que estás bien?
—¿Qué te hace pensar que no estoy bien?
—Primero te presentaste en la cena con una chica que nadie conocía de nada y luego la dejaste para perseguir a esa mujer espeluznante con bata de médico durante el resto de la noche. Y como siempre, tuve que limpiar tu desastre. Así que, pregunto de nuevo, ¿qué está pasando realmente?
—No pasa nada, Ren.
—¿De verdad? Entonces explícame por qué no he puesto mis ojos en ti o he tenido noticias tuyas desde esa noche. ¿Dónde has estado las últimas dos semanas?
—¿Eso? Surgió algo y me tomó la mayor parte de mi tiempo.