Steffan, quien acababa de recibir una llamada de Shawn, levantó la vista apologeticamente al doctor que estaba sentado frente a él en su oficina.
—Temo que debamos reprogramar esta reunión. Ha surgido algo urgente que requiere mi atención inmediata.
—Está bien, doctor, cuando esté libre puede llamarme y volveré —sonrió el doctor junior que había venido a discutir algunos desafíos quirúrgicos con Steffan.
—Definitivamente te llamaré, y gracias por tu comprensión —dijo Steffan, extendiendo su mano para un apretón de manos mientras el doctor se levantaba para irse.
Después de salir del jardín de infantes, había conducido directamente al hospital para entregar su horario a un colega ya que no estaba en el estado de ánimo adecuado para trabajar.
Dada la delicada naturaleza de su profesión, no podía permitirse cometer errores porque el error más mínimo podría ser potencialmente mortal, algo que no quería que sucediera jamás.