—¿Qué estás mirando? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó Fu Hua cuando notó la mirada de Jia Li sobre él.
Jia Li negó con la cabeza en señal de negación y apartó la mirada de él.
Zimo, que estaba de pie detrás de ellos, vio su interacción.
«¿Por qué siento que ella es la pequeña gatita del Jefe y no su esposa? ¿Estoy pensando demasiado?», pensó Zimo.
Cuando el ascensor llegó al quinto piso, Fu Hua tomó la mano de Jia Li y salió de él. Miró a su alrededor con un poco de confusión antes de volverse hacia su asistente y preguntar:
—¿Dónde estamos?
Zimo se aclaró la garganta y respondió señalando con sus dedos:
—Jefe, tomamos el ascensor equivocado, este camino lleva a la sala de reuniones, este camino a su oficina.
Fu Hua lo miró con severidad y Zimo gritó en su cabeza: «Jefe, no es mi culpa que eligieras el ascensor equivocado».
—¿Qué estás haciendo? ¡Dirige el camino! —dijo Fu Hua con un tono de molestia.