Eddie y Viviana fueron a un restaurante cercano. Hicieron sus pedidos y se miraron con muchas preguntas en sus ojos.
—Mira, Eddie… No quiero perder el tiempo dando vueltas —te traje aquí para hacerte una pregunta.
Eddie sabía que llegaba pronto. Pretendió no saber nada y preguntó con curiosidad:
—¿Por qué me trajiste aquí?
Viviana extendió su mano hacia él y dijo:
—Devuélvemelo. Es muy importante para mí.
Eddie miró su mano. Puso cara de póker y preguntó:
—¿Qué quieres de mí?
Viviana apretó los dientes y gruñó:
—Tú sabes de lo que estoy hablando.
—Yo... no lo sé. No tengo nada que te pertenezca.
—No mientas —murmuró—. Lo tomaste. Estoy completamente segura de ello.
—Espera un momento… ¿Qué tomé? —Eddie la miró con sus ojos bien abiertos, fingiendo sorpresa—. Quería saber por qué estaba tan desesperada por una simple memoria USB.
Aunque había sospechado que era algo importante para ella, quería oírlo de su boca.
Hizo un sonido de siseo de molestia y se inquietó: