Que los dioses salven a la Duquesa. Un humano asesinando a un ser sobrenatural era algo inaudito. El castigo era la muerte por tortura.
La llegada de hombres capaces de cambiar el curso de los acontecimientos apareció, pero ¿de qué sirvieron ellos contra una bruja? El castillo no era su campo de batalla. El mundo entero era el dominio de un mago. Para dar, debes tomar. La magia de los magos se alimentaba de la fuerza vital de un organismo.
Cuando Ofelia asesinó a un Alfa tras otro y destruyó una Cabeza de Vampiro tras otra, nadie sabía de dónde tomaba la vida. Definitivamente no era de su cuerpo, resplandeciente de salud y eterealidad. Tampoco eran los caballeros Mavez, que ni siquiera sentían un ápice de dolor.
La magia de Ofelia provenía de dentro. No necesitaba nada, solo a sí misma y su sangre. Los Descendientes Directos eran los verdaderos magos, que no requerían ayuda, solo a sí mismos. Y hoy, Ofelia demostró que su teoría era cierta.