—Nunca tuve la oportunidad de preguntarte esto o incluso el honor de presentarte este regalo, pero lo haré hoy —su pulgar rozó el terciopelo de la pequeña caja negra con un único grabado de un símbolo infinito en la tapa.
—Cásate conmigo, mi amor. Eliminaré toda tu tristeza y te daré mi felicidad. Si deseas el mundo, lo conquistaré y lo pondré a tus pies. Todo lo que desees, todo lo que te haga feliz, lo obtendrás sin ninguna complicación, esto te lo puedo asegurar —una pequeña sonrisa reposaba en sus labios, algo destelló en sus ojos.
¿Era nerviosismo? ¿Ansiedad y consternación? No podía saberlo.
—No pasa un segundo sin que invadas mis pensamientos. Cuando cierro los ojos, todo lo que veo eres tú, y cuando me despierto por la mañana, todo lo que quiero es verte. Te has creado cómodamente un lugar en mi corazón y has hecho de él un hogar, una estructura que cuidaré meticulosamente —pudo ver que sus ojos se humedecieron un poco. Presionó sus labios para controlar sus emociones.