Fue Frankie quien se detuvo.
—Señora Wolseley, ¿a dónde va? —preguntó con respeto.
La forma de dirigirse a ella dejó a Yvette ligeramente atónita. No pudo evitar pensar en la expresión fría de Lance hace unos días.
—Frankie, ya no soy la Señora Wolseley. No me llames así de ahora en adelante —dijo ella tras una pausa.
Pensó que eso molestaría a Lance.
—De acuerdo, señorita Thiel. ¿A dónde va? ¿Quiere que la lleve? —respondió Frankie un poco avergonzado.
Yvette miró su teléfono. Nadie había recogido su pedido. Dudó. Quizás debería pedirle a Frankie que la llevara a la estación ya que había muchos conductores que hacían viajes largos.
—Entonces...
—Frankie, ¿por qué eres tan entrometido? —Su monólogo fue interrumpido por un hombre cuya voz era baja y evidentemente descontenta.
Las ventanas del coche eran opacas, y Yvette se sorprendió de que Lance estuviera sentado en el coche. Inmediatamente, su expresión cambió, y se sintió muy avergonzada.