Lance se apresuró al hospital. Lo primero que hizo Frankie al llegar fue revisar el video de vigilancia.
En el video de vigilancia, Yvette salió de la habitación a la una y media de la madrugada mientras la enfermera dormía.
Yvette entró al ascensor descalza, con un vestido blanco y nunca bajó.
El ascensor se detuvo en el piso 18.
—Señor Wolseley, es el último piso —dijo Frankie con expresión seria.
Al oír esto, las pupilas de Lance se encogieron de golpe y salió corriendo inmediatamente.
En la oscura noche, Yvette estaba sentada en el muelle de cemento al borde del último piso.
Su cabello era como algas marinas, y su vestido blanco se elevaba por el viento, haciéndola ver aún más delgada. Su cuerpo entero era frágil como un cristal a punto de romperse.
Cuando Lance vio esta escena, su expresión fue de una fealdad sin precedentes. Un sentimiento de pánico se coló en su corazón.
—Yvette —la llamó con cuidado, como si temiera que ella se hiciera añicos.