Cati estaba en la habitación de Elliot, que permanecía frente a ella con el ceño fruncido, y perdido en sus pensamientos. Había dicho que tenía un regalo para ella, pero no pronunció palabra alguna desde que entraron a su habitación.
—¿Elliot?
—Quiero que olvides lo que sientes por Alejandro —dijo completamente serio.
Elliot, que siempre estaba de buen humor, parecía de mal humor.
—¿Por qué? —preguntó Cati suavemente.
—No me malinterpretes, pero no creo que deban estar juntos —explicó Elliot.
Cati dirigió su mirada al suelo. No esperaba que Elliot señalara los hechos de forma tan directa. Sabía que pertenecían a dos mundos diferentes. Era algo que siempre estaba en su mente, pero intentaba ignorarlo. Quería estar con él. Sintió que una mano la tocaba.