Cati aparto la vista avergonzada que él la haya visto. En alguna parte de su mente, ella sabía que en algún momento la pregunta inevitable sería hecha.
―No debieras dejar que los hombres te besen con frivolidad.
Sus palabras la ofendieron.
Alejandro no pretendía decirlo de esa forma, pero su enfado se filtró antes de poder prevenir lo que dijo.
―Perdóname, no quise decirlo así―dijo tratando de reducir el daño mientras ella asentía sin mirarlo.
―No era mi intención que pasara. Fue la primera vez ―susurró suavemente. Era la primera vez que un hombre, además de su familia, le mostrara tal afecto.
―Lo sé, querida ―la cara de Alejandro se suavizo y descanso su mano en su cintura con ternura―. Dejar que un hombre te bese sin reprenderlo hace pensar a uno que lo apruebas porque eso es lo que la sociedad cree. ¿O acaso te gusta el Señor Nicolás?