Miré a la mujer frente a mí en el espejo de cuerpo entero con los ojos bien abiertos, sin parpadear. Mis labios se abrieron con sorpresa mientras mis ojos barrían mi reflejo. Casi no me reconocí. La peluquera y la maquilladora hicieron un trabajo maravilloso.
Tomando una profunda y larga respiración, eché un último vistazo a mi reflejo y salí por la puerta. Cuando salí, Claire ya estaba esperando afuera.
En el momento en que salí por la puerta, ella levantó la mirada hacia mí y sonrió. Un destello de lágrimas brilló en sus ojos mientras me entregaba un ramo de frescas rosas blancas.
—¡Te ves impresionante! —exclamó mientras su mirada se deslizaba desde el hermoso vestido blanco de encaje hasta mi rostro.
—Gracias, Claire. Tú también te ves deslumbrante —le devolví el cumplido mientras mi mirada admiradora se dirigía al vestido rosa que llevaba.