Había muchos carruajes lujosos estacionados fuera de la mansión del castellano y los invitados que venían en esos vehículos se habían puesto trajes magníficos. Cualquiera podría decir que eran peces gordos con formación y estatus nobles. Esa noche, los guardias de la mansión estaban muy ocupados. No habían tenido tiempo para descansar desde por la tarde y estaban ocupados asintiendo con la cabeza e inclinándose ante todos los invitados.
Los invitados que venían de visita esta noche no se limitaban a los nobles de la capital de Alanna. También estaban Lasorick, hijo del castellano de Doland, así como William, la legendaria figura de la Ciudad de Doland, un conocido coleccionista y tasador que vivía una vida modesta como propietario de la Tienda de Consigna de Tiempo...