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7.83% El señor de los misterios / Chapter 79: Capítulo 79: Otro Murmullo.

章 79: Capítulo 79: Otro Murmullo.

編集者: Nyoi-Bo Studio

Klein al instante sintió que su cabello se erizaba mientras la mano helada se apretaba alrededor de su muñeca. Instintivamente la retiró hacia atrás en un intento desesperado por escapar.

Una sensación pesada se apoderó de él mientras usaba cada fibra de fuerza en su cuerpo para tirar su brazo hacia atrás.

*¡Bam!*

El cadáver pálido y desnudo fue tirado con tanta fuerza hacia un lado que cayó de la mesa de la autopsia.

Sin embargo, el agarre blanco y frío de los dedos se mantuvo firmemente en su muñeca.

Klein perdió momentáneamente la capacidad de pensar; el único pensamiento que pasó por su mente fue sacar su revólver y llenar el cadáver en agujeros.

Sin embargo, como no pudo retirar su mano dominante, lanzó su bastón negro y trató desesperadamente de recuperar su revólver de la funda, en vano.

En ese momento, los ojos del cadáver se levantaron, revelando un par de tranquilos ojos azules.

Su boca se movió mientras murmuraba: —Hornacis... Hornacis... Hornacis...

Después de que esas tres palabras fueron dichas, Klein estaba completamente nervioso al sentir que los dedos que sujetaban su muñeca empezaban a aflojarse antes de caer inertes.

Los ojos del payaso estaban cerrados una vez más, como si nada hubiese pasado.

Si el pálido cadáver no estuviese tirado en el piso de piedra, Klein habría imaginado que había sido golpeado por un hechizo de alucinación.

Se tambaleó hacia atrás unos pasos y sintió que la mayor parte de su cuerpo estaba temblando como resultado de la conmoción y el miedo.

«Uf... Uff...»

Jadeó por aire mientras recuperaba lentamente el control de sus instalaciones mentales. Miró al cadáver en el suelo con alarma y miedo.

Sacó su revólver y se retiró con cuidado de la habitación, paso a paso. Después de confirmar que el cadáver estaba inmóvil, echó un vistazo a su muñeca.

Había cinco marcas de dedos rojas y profundas impresas en su muñeca. En silencio, describieron su encuentro.

Se calmó mientras las vulgaridades llenaban su mente.

«Puto infierno. ¡Casi me muero del susto!»

Después de jadear durante más de diez segundos, comenzó a reunir elementos en su mente para recuperarse rápidamente.

Recordó cuidadosamente todo lo que encontró y los juntó.

Aunque no entendía la razón de la "resurrección" del payaso, notó un punto importante. El cadáver había repetido las palabras "¡Hornacis!"

—Es Hornacis de nuevo... —frunció el ceño—. El cuaderno de la familia Antigonus tiene registros de una Nación de la Noche en la cordillera de Hornacis. Mientras esté en Mediación o Visión Espiritual, escucho sonidos que no debería poder escuchar, y entre esos sonidos está la palabra "Hornacis"... ¿Está la respuesta a todas estas preguntas en la cordillera de Hornacis?... Puede haber una gran cantidad peligro acechando allí. Por ejemplo, un dios malvado podría estar sellado dentro y está usando varias formas de "atracción" para lograr la libertad.

Mientras consideraba eso, entró con cuidado en la habitación y tocó el cadáver unas cuantas veces para verificar que estaba completamente muerto.

No quería que el Coleccionista de Cadáveres Frye lo viese arruinar el lugar, así que reunió su coraje para devolver el cadáver a la mesa de autopsias.

Bo pudo evitar sentir que su corazón estaba en su boca durante todo el proceso. El más mínimo movimiento podría romper sus nervios tensos. Además, la sensación de frío por el cuerpo del cadáver se sintió particularmente repugnante.

Después de terminar la misión con gran dificultad, recordó la razón por la que se acercó al cadáver. Por lo tanto, se centró en la muñeca del payaso y miró la marca extraña.

Era desconocido cuando la marca se había deslizado, encogiéndose en una mancha esférica de sangre que tenía un tinte azul.

La mancha esférica de sangre era del tamaño de un pulgar. Flotaba en el aire silenciosamente, desafiando las leyes de la física.

—¿Qué es esto? —dijo entre dientes, pero no se atrevió tocarlo precipitadamente.

No tenía intención de ocultar la extraña esfera de sangre. En primer lugar, no sabía si era algo bueno o malo. En segundo lugar, estaba seguro de que Frye, quien había examinado el cadáver, habría descubierto hace mucho tiempo la marca en la muñeca. Incluso era probable que supiese lo que era la extraña esfera de sangre.

«E incluso si no lo sabe, informar al capitán y dejar que los Halcones Nocturnos investiguen definitivamente es mejor a que yo esté haciendo intentos al azar...»

Esa fue su línea de pensamiento.

Estar en una organización significaba que tenía que saber cómo hacer uso de los poderes de la organización en toda su plenitud.

Klein esperó con nerviosismo durante unos minutos antes de ver el retorno Frye de pelo negro, ojos azules y labios delgados.

Al instante se dio cuenta de la esfera de sangre extraña, y le preguntó a Klein la pregunta que él previamente se preguntó a sí mismo.

—¿Qué es esto?

—Ni idea —negó con la cabeza con honestidad. Le contó lo que había sucedido sin ocultar nada.

—La marca salió en una esfera de sangre... —Frye asintió, aparentemente sumido en sus pensamientos—. El cadáver de un Beyonder siempre tiende a tener algunas transformaciones extrañas...

Miró hacia arriba y dijo a Klein: —Trae al capitán aquí. Infórmela sobre los contenidos que el cadáver murmuró.

—Bien.

Klein ya estaba ansioso por salir.

—No tienes que volver con el capitán —añadió Frye—. Creo que no te gustaría ver qué sucede después.

Mientras hablaba, cogió un cuchillo quirúrgico de plata junto a él.

Klein asintió con un poco de miedo persistente.

—Estaba esperando que dijeses eso.

Cogió su bastón, se puso su sombrero y cojeó hasta la Puerta de Chanis. En la habitación del Guardián, vio al ya no frágil Capitán Dunn.

Después de que Dunn oyese de lo sucedido, asintió imperceptiblemente.

—Informaré el asunto a los superiores y dejaré que la Santa Catedral se ocupe de ello. Tal vez envíen a la gente al pico principal de la cordillera de Hornacis para echar un vistazo.

Klein respondió brevemente en la confirmación. Al ver que sólo Kenley y el capitán estaban en la habitación del Guardián, casualmente le preguntó: —¿Están el Sr. Aiur y los demás descansando?

Dunn asintió y dijo: —Aiur y Borgia están en la Catedral Santa Selena. Lorotta probablemente esté en busca de una cafetería.

—¿Cafetería? La Señora Lorotta no se ha recuperado de sus heridas, ¿verdad? —preguntó sorprendido.

Dunn se masajeó el puente de la nariz y dijo con una sonrisa: —Lorotta tiene tres aficiones: café, postre, y sirvientas. Ella dice que necesita esas tres cosas para acelerar su recuperación.

—¿Sirvientas? —preguntó, perplejo.

«¿La Señora Lorotta tiene un fetiche particular?»

Dunn sacudió la cabeza sin poder hacer nada y dijo: —A ella le gustan las sirvientas. Sí, eso es correcto. Además, le gustan las que tienen pechos grandes.

—Ella sí que es rara...

No tenía idea de qué tipo de expresión debía mostrar en respuesta.

Dunn no se demoró más mientras salía de la habitación del Guardián. Mientras Klein observaba su espalda, silenciosamente esperó a que se girara.

Mientras tanto, notó en rabillo de su ojo que Kenley había sacado su reloj de bolsillo y lo había abierto.

«Tres, dos, uno…»

En el momento en Klein terminó la cuenta atrás en silencio, Dunn se detuvo y se dio la vuelta.

—Otra cosa que me olvidé. Klein, pasaste por mucho hoy. Una vez que te relajes, te sentirás agotado. No hay necesidad de que estés aquí por la tarde. Vuelve y descansa un poco. Mañana, voy a presentar la solicitud listando las pérdidas detalladas. Está bien. No te preocupes demasiado por el asesinato de un Beyonder. Matarlo fue equivalente a salvar más vidas.

—Como cuestión de hecho, en realidad me estoy sintiendo mucho mejor —soltó una exhalación silenciosa.

Dunn asintió levemente y justo cuando se dio la vuelta, se golpeó a sí mismo en la frente.

—También le he entregado el boceto de Beyonder a Leonard. Él y el departamento de policía están a cargo de las investigaciones de seguimiento. Creo que el Beyonder debe haber viajado en carruajes, haberse alimentado y tener un lugar donde quedarse.

—Dondequiera que vaya, todo lo que toque, cualquier cosa que deje atrás, incluso inconscientemente, servirá como testigo silencioso contra él. Las palabras del Emperador Roselle verdaderamente son sensatas.

—Sí... —respondió, estupefacto.

Después de que el capitán se alejó, salió de la habitación del Guardián y caminó lentamente hacia el segundo piso.

En el camino, de repente recordó algo mientras experimentaba un ataque adicional de miedo.

«Ese payaso afirmó que la Orden Secreta controlaba la vía de Secuencias correspondiente de los Videntes... incluso si él estaba exagerando y no tenían las fórmulas de poción de Secuencia más altas, definitivamente tienen las de Secuencia más bajas.»

«También significa que tienen varios Videntes.»

«Entonces, ¿no sabrían ellos que maté al payaso y pondrían planear una venganza contra mí?»

«Si pueden lidiar con los Halcones Nocturnos, ¿no pueden lidiar conmigo, un Vidente sin ninguna medida directa contra los enemigos?»

Se detuvo en la escalera y comenzó a pensar seriamente sobre el problema. Pronto, descubrió que se estaba preocupando por nada.

En primer lugar, la Orden Secreta no sabe quiénes son miembros de los Halcones Nocturnos

En segundo lugar, incluso si saben uno o dos, definitivamente no incluirían a un miembro del personal civil como el.

En tercer lugar, bajo las circunstancias actuales, a menos que tengan un profeta, no hay manera de que puedan adivinar quién es el asesino.

Dejó escapar un suspiro de alivio y dejó la Compañía de Seguridad la Espina Negra. Tomó un carruaje público de regreso a la calle Daffodil.

A pesar de que todavía no había almorzado, todavía le faltaba el apetito.

Después de entrar en su dormitorio, Klein se quitó primero el traje dañado. Luego, se quitó el sombrero de copa, se metió en la cama y trató de irse a dormir.

Su mente permaneció activa como si toda su existencia no pudiese relajarse. Su mente no repitió la escena de él matando al payaso, sino la escena de él moviendo el cadáver, y esa experiencia espeluznante.

Ya no se sentía incómodo por matar por primera vez, sino que era más algo como un disgusto cuando pensaba en ello.

—Probablemente ese era el objetivo de Frye. Esperaba que me acercase al cadáver y lo enfrentase directamente para superar mi trauma... Pero, a pesar de que el trauma de antes desapareció, algo nuevo me traumatizó...

Dio un autocontrol. Rechazando la risa mientras sentía que sus nervios se calmaban.

No tenía idea de cuándo se había quedado dormido, pero cuando se despertó, su estómago gruñía en protesta.

—¡Siento que puedo comer un caballo entero! —murmuró mientras miraba la puesta de sol en el oeste como si el cielo estuviese iluminado.

Cambiándose a una ropa casual y vieja pero cómoda, caminó enérgicamente hacia el primer piso. Antes de que pudiese considerar qué hacer para la cena, oyó que se abría la puerta.

«Melissa...»

Las comisuras de su boca se curvaron ante el pensamiento.

Desde que comenzó a tomar el transporte público, su hermana ya no regresaba tarde a casa.

La llave giró y la puerta se abrió. Melissa entró con su bolso que contenía sus libros y papelería.

Miró a la cocina y dijo: —Klein, hay una carta para ti. Es de tu mentor.

«¿Una carta del mentor? Cierto. Le escribí preguntándole sobre la situación histórica relevante del pico principal de Hornacis...»

Al principio se sorprendió, antes de recordar el asunto.


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