El enfrentamiento era entre un hombre musculoso con una camisa azul a rayas blancas, un símbolo de la marina. A pesar de que el clima estaba a temperaturas cercanas a cero, tenía los brazos desnudos.
Sostenía una daga contra la garganta del hombre frente a él; pero un antiguo mosquete, uno que podría haber sido colocado en un museo, apuntaba a su entrecejo.
El dueño del mosquete también tenía más de 1,8 metros de altura, con músculos fuertes y una cara aceitosa. Se había rapado el cabello y, con un tatuaje de águila marina, maldijo: —¡Marinero de mierda de la Armada! ¡Nadie en Puerto Damir se atrevería a difamarme como informante pirata!
El marinero de la Armada no se rendía a él, y ambos bandos ilustraban completamente las tradicionales palabrotas propias del mar.