Neveah entró a la habitación del hospital, tenue iluminada, dándole la espalda a la Gobernanta, giró lentamente la cerradura de la puerta hasta que hizo clic al cerrar.
Luego Neveah sacó un deflector de sonido, un mecanismo que tenía la función de silenciar los sonidos y contenerlos dentro de un espacio designado.
El deflector de sonido era un mecanismo que siempre tenía a mano ya que siempre surgía la necesidad de silenciar sus sonidos cada vez que el Príncipe Alessio pasaba por allí.
Neveah lo colocó en la puerta de la habitación del hospital, activándolo para asegurarse de que lo que se dijera dentro de esta habitación nunca saldría más allá de las cuatro paredes.
—¿Doctor Conrad? —la Gobernanta croó con una voz ronca por el desuso mientras se movía en su cama.
Neveah arqueó levemente una ceja, no se esperaba que la Gobernanta estuviera despierta, pero igualmente estaba bien.