""—¿Dónde está Rayjin? —preguntó Arlan.
—Estaba jugando tarde y al final se cansó, así que se quedó dormida —respondió Alvera—. Quería venir a verte, pero le dije que estabas ocupado y que no te molestara.
—La veré mañana —respondió él, sólo para oír una voz dulce pero descontenta diciendo:
— ¿Por qué mañana? ¿Tío planea irse sin verme?
Arlan miró a la joven niña, que aún frotaba sus ojos adormilados. Su niñera la había alcanzado.
—¿Acabas de despertar? —Arlan la miró con una expresión amable.
Ella asintió con un puchero y caminó hacia él. —Si la niñera no me hubiera dicho que mis padres estaban cenando con mi tío, no habría sabido que estabas aquí.
Escucharon a la niñera disculparse con su ama:
—Duquesa, intenté detenerla, pero mi señora corrió aquí.
—Está bien, puedes marcharte.
Arlan levantó a la disgustada Rayjin y la colocó en su regazo, sólo para oír decir:
—Estoy enojada contigo, Tío.
Bajó la mirada para observar su pequeña y adorable cara. —¿Puedo saber por qué?