—¿Podrías cerrar la boca? —reprendió Octavio, visiblemente irritado en su expresión.
Luminoso desvió su mirada hacia Octavio. —¡Ah, quieres pelea, orejas de conejo! ¡Vamos, estoy justo aquí! —comentó, incrementando aún más la intensidad de su voz mientras su brillante aura dorada crecía.
La gema anaranjada y brillante en su frente emitió un resplandor tenue, como esperando el menor impulso para estallar con un poder incontenible.
La familia Stellaris estaba llena de individuos ostentosos, orgullosos, valientes e hiperactivos. La forma más precisa de describirlos sería como superhéroes de pacotilla.
Siempre intentando actuar nobles y justos, especialmente durante combates y luchas.
Pero por supuesto, esto era simplemente lo que mostraban hacia el exterior. Todos en la habitación sabían bien lo retorcida que podía ser la familia Stellaris. De hecho, la única razón por la que Luminoso había hablado era solo para molestar a Octavio.