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Tras unos segundos atravesando el bosque a gran velocidad, Aurora llegó al final, saliendo de la fronda de árboles.
Al instante se encontró con una imponente colina que se erigía hacia arriba.
La figura de Aurora tocó con gracia el suelo, flexionando sus rodillas y asumiendo una postura que recordaba un resorte enrollado, listo para ser liberado de inmediato.
Bajo sus pies, las llamas se congregaban, intensificándose a cada segundo, haciendo que la tierra temblara en respuesta.
Y entonces, con una colosal explosión que sacudió los mismos cimientos de la tierra, Aurora ascendió al cielo, su forma ardiente abriéndose paso a través de la ladera.
En un instante, alcanzó la cima de la colina en menos de dos segundos, dejando tras de sí un rastro de brillantez llameante.
En el aire, inmediatamente avistó la forma de las tiendas de campaña desgastadas esparcidas por el suelo.