Xu Feng asomó la esquina con un sigilo calculado, como un agente encubierto en una película de acción… no, no, no, más bien como un Ninja en un drama de época, sus movimientos gráciles pero con propósito.
Bai Mo, en cambio, observaba la escena desplegarse con una mezcla de diversión e incomodidad, cuidando de su ahora dolorido vientre después de la abundante comida, con un leve arrepentimiento en su expresión.
Normalmente el curioso, Bai Mo tendría un millón y una preguntas para Xu Feng, pero en cambio, estaba demasiado ocupado cuidando de su tambaleante vientre, aparentemente lamentando la decisión de montar a caballo con el ger alto liderando el camino.
Xu Feng, sin embargo, se deleitaba en las travesuras y en hacer diabluras juguetonas. Valoraba a sus cómplices en el crimen, cada uno con sus fortalezas y debilidades únicas.