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—No me sobreestimes, ¡no puedo salvarla! —Kong Minjuan asiente—. Lo sé.
—¿Entonces cómo esperas que la salve? Es como si me estuvieras forzando a entrar en una situación imposible. Incluso si me matas, aún así no podré salvarla. —Chai Xiyang sonríe con desdén—. ¡Así que adelante y entrega el disco. Si quieres luchar hasta el amargo final, ¡estaré contigo hasta el final!
Kong Minjuan solo lo está amenazando por amenazar, ciertamente no haría lo prometido.
Su máxima preocupación siempre ha sido su propio beneficio...
Con una sonrisa burlona, Kong Minjuan aplaca:
—Xiyang, no te alteres tanto. Ciertamente no lo llevaré al extremo contigo. No insisto en que Qiao Ning sea salvada, mientras no le den la pena de muerte y solo cumpla unos años, está bien.
—Señora Kong, realmente me estás sobreestimando. No tengo el poder de influir en la sentencia del juez. No olvides que la familia Zhang no es para tomar a la ligera. —Chai Xiyang se burla.