Viajaba entre pensamientos, plasmando su enfoque en líneas subsecuentes de texto informativo.
--Quien escribiría semejante estupidez --Arrojó el libro a un lado de la mesa--. Los lobos no hablan... O tal vez nunca quisieron hablarme a mí. Fira --Se giró en su silla-- ¿Alguna vez has hablado con un lobo?
--No, señor Orion. --Negó con la cabeza, confundida por la repentina pregunta.
--Lo sabía... --Bufó con burla.
Intentó levantarse al momento siguiente con la ayuda de la mesa, inspirando con pesadez y caminando al contorno de la superficie de madera para tener un punto de agarre.
--Por favor, mi señor, déjeme ayudarlo.
Orion manoteó la mano de la buena Fira, haciendo todo por sí mismo para estabilizar su paso.
--Tu ayuda no es necesaria. --Dijo, comenzando con una caminata sumamente lenta.
Mujina y Yerena despertaron de su letargo despierto al notar por el rabillo de su ojo la silueta de su señor, siguiendo su espalda a tres pasos de distancia.
Abrió la interfaz, había recibido algunas notificaciones que ignoró por su malestar e indisposición, pero ahora que podía mantener cierta claridad mental optó por revisarlas. La primera y la segunda pertenecían a la misma categoría, de nombre: activar, al parecer, después de que los estelaris habían terminado de amueblar los edificios recientemente construidos, la interfaz lo había interpretado como la culminación completa de la construcción, dando inicio a la apertura de ambos recintos, con la bondad de fusionar sus estadísticas únicas a los porcentajes de Orion y su vahir. Activó ambas.
*Has completado la tarea oculta: La semilla del futuro*
*Has ganado cien puntos de prestigio*
*Has desbloqueado dos habilidades de trabajo*
[Profesor]: Un mundo de curiosos, es un mundo con futuro.
-Tienes la habilidad de enseñar cualquier conocimiento ya obtenido.
-Tus alumnos tienen un 80% de probabilidad de obtener un rasgo al llegar a la edad adulta.
-Tus alumnos tienen un 50% de probabilidad de obtener una habilidad relacionada con el campo de la enseñanza.
*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*
*La habilidad [Estratega] ya ha sido adquirida*
*Puede obtener un boleto para el cofre sorpresa, o cincuenta puntos de prestigio*
No dudó al escoger los puntos de prestigio, los había estado guardando por demasiado tiempo para por fin adquirir su anhelada habilidad pasiva [Amo de la espada] y, ahora, con las nuevas notificaciones había sido consciente de que poseía los puntos necesarios, no obstante, no hizo por desbloquearla, aún no, quería esperar y analizar un poco más su situación, no le daría control a su impulsividad, por esta ocasión no.
--¿Sabes leer Fira?
--No, mi señor, pero mi hermano me está enseñando. --Dijo de forma honesta.
--¿Y ustedes?
--No, Trela D'icaya. --Dijo Mujina sin vergüenza.
--Sí, Trela D'icaya, un poco. --Respondió Yerena con una expresión tranquila.
Reflexionó, recordando los datos que los libros guardaban sobre el conocimiento de los humanos, encontrando ahí la respuesta de que solo los adinerados y escogidos tenían la posibilidad de aprender a leer, a resolver problemas matemáticos y otras artes exclusivas de los privilegiados, sin embargo, aquí, en la vahir había presenciado muchas veces a los padres de Nina y a ella misma leyendo libros, de poco interés, a decir verdad, pero leían. Deslizó entre secciones, encontrando la administración de sus salas y edificios, con dos de ellos teniendo vacantes vacías. La edificación Introducción al conocimiento necesitaba al menos a un profesor para poder enseñar la asignatura escogida por él, al igual que la Sala de guerra, solo que está necesitaba a un estratega. Podía automatizar la búsqueda de alguien con los atributos necesarios para llenar la vacante, aunque la interfaz le solicitaba que para una mejor selección se hiciera manualmente, sin embargo, no había inspeccionado a toda la aldea, no conocía el estado de los pobladores, sus habilidades y potenciales, no conocía nada de ellos.
*Buscando a un candidato óptimo*
Fue rápido, demasiado rápido, pero el resultado fue todo, menos satisfactorio, pues la persona que la interfaz le recomendaba no era otra que Nina y, por la promesa hecha de no verla hasta capturar y matar a Itkar, tendría que buscar otra opción, por suerte la interfaz le recomendaba dos personas más, a las cuales no conocía, pero gracias a que eran categorizadas como estelaris le fue más fácil encontrarlas. Hizo lo mismo con la vacante de estratega y, no sabía si le estaba jugando una mala broma la interfaz, ya que le había vuelto a recomendar a Nina, aparte de otro Kat'o y un estelaris.
--Ve por Astra --Observó a Fira, deteniéndose-- y ordénale que busque a una mujer de nombre Nadia Balo, dile que es un Kat'o. Y también, a un hombre llamado Ron Freder, de la raza estelaris. De inmediato.
--Sí, mi señor. --Asintió, hizo una sutil reverencia, para al final despedirse con una media vuelta.
Frunció el ceño, suspirando, el dolor en su pecho volvió como una mala premonición, no teniendo más remedio que gemir ahogadamente. Se sujetó, casi cayendo por el desequilibrio.
--¡Trela D'icaya! --Se abalanzaron en su ayuda, con una mueca de alarma.
*AAAHHHH.
Explotó, causando una onda de choque energética tan poderosa que lanzó a ambas damas a golpear la pared más cercana. Cayó de rodillas, el dolor desapareció como un mal sueño, su rostro estaba húmedo con el sudor, sus cabellos desordenados obstruían parte de su mirada, pero su respiración era tan irregular como si hubiera corrido durante mucho tiempo.
--Conozco está sensación --Dijo al ponerse de pie--, no fue algo causado por mi poder, o energía, fue otra cosa, lo sé, algo que ya he sentido --Se masajeó la cara, consternado por la difícil pregunta--. ¿Qué es? --Inspiró profundo, cerrando los ojos en un intento por concentrar su mente en una sola idea, abriéndolos al segundo siguiente con extrema sorpresa--. Energía mágica, lo recuerdo, sí... Los esqueletos, los magos, las mujeres de velo... todos esos putos monstruos me atacaban con esa energía --Sonrió--. Y ahora es mía.
--Trela D'icaya --Se acercaron, con una expresión de extrema preocupación-- ¿Cómo está su cuerpo? ¿Recibió daño? --Si no fuera porque el acto sería considerado irrespetuoso, ya hubieran palpado todo su cuerpo en busca de alguna herida.
--Nada de lo que preocuparse --Respondió con una gran sonrisa--. Ya me he recuperado por completo.
Las dos damas guardianas asintieron, aliviadas y alegres por la pronta y milagrosa recuperación de su soberano, pero al notar el repentino cambio de rumbo, sus expresiones dudaron.
--Señor Barlok. --Saludó el guardia de la puerta.
--Esperen fuera. --Ordenó.
La capitana y su subalterna asintieron, tomando una postura pétrea a ambos lados de la puerta. El guardia fue desplazado a unos dos pasos de su anterior lugar, no teniendo más remedio que mantener una expresión seria y una postura en alerta por si algo impredecible ocurría.
--Hola, maga. --Sonrió al entrar.
La habitación estaba oscura como una caverna, húmeda y con olores extraños. Orion dudó al no recibir respuesta, su visión era tan buena como si el interior estuviera iluminado, pero no le fue posible encontrar la silueta panzona de la maga, teniendo un desagradable pensamiento de su exitoso escape. Frunció el ceño, haciendo una mueca de disgusto y, estuvo a nada de ir a golpear al guardia de la entrada en busca de respuestas que satisficieran su intelecto o estaría dispuesto a ejecutarlo en el acto por complicidad, pero fue el sonido bajo y gutural que lo detuvo, percibiendo un ligero movimiento debajo de las pieles encima de la cama.
--¿Cansada? --Levantó las pieles con la misma sonrisa del inicio, sin embargo, la cara pálida y desnutrida de la maga le provocó una repentina y muy incompresible preocupación, no dudando en acercarse para verificar su estado con mejor detalle-- ¿Qué te ha pasado?
Los labios secos y partidos de la que alguna vez se vanaglorió como una de las mujeres más bellas de Jitbar se movieron, pero lo único que pudo ser escuchado fueron gemidos secos y pesados.
Orion se levantó, dirigiéndose a la entrada. Su corazón dolía por alguna extraña razón, era un sentimiento complicado de explicar, similar al que sintió cuando fue rechazado de la casa Wuar por la madre de Nina, pero también diferente. No sabía que era lo que últimamente ocurría con él, estando muy cansando de ello, sino fuera porque temía caer de vuelta en ese maldito laberinto, hubiera tomado la decisión de extraer de su inventario una daga y degollar su propio cuello.
--Vayan por Fira --Abrió la puerta con fuerza-- ¡De inmediato!
Las mujeres no hicieron demasiada ceremonia al retirarse, entendiendo por la expresión de su soberano que algo malo sucedía.
--Tú, ve por velas e ilumina este lugar.
--Sí, señor Barlok.
Regresó al lado de Helda, dudoso y tembloroso, parecía que su mal estado lo estaba compartiendo con él.
--Si solo pudieras ponerte en pie --Gruñó, apretando el puño--. Maldita maga, si te vas a morir hazlo de inmediato.
Bufó como un animal embrutecido por la ira y, fue su distracción mental la que impidió que pudiera notar el extraño movimiento en el vientre de la dama, que fuera lo que fuese, parecía gustoso por escuchar la voz del joven hombre.
--Señor, estoy aquí. --Dijo Fira al aparecer en el umbral de la puerta, tropezando con la mesa en el interior al no aclimatar su vista.
--Bien --Asintió, un poco aliviado--. Acércate. Hay una silla al frente.
Fira esquivó los objetos mal puestos, logrando quedar al lado de su señor.
--Ocupa tu habilidad con ella.
--¿Mi habilidad? --Dudó.
--Sanala.
Fira asintió, concentrando el aire en sus pulmones antes de liberar su Don. El soplo de vida fue como una poción milagrosa de recuperación, permitiendo que el color regresara al cuerpo de Helda, su respiración se estabilizara y los gemidos desaparecieran. Se detuvo, sus ojos se habían aclimatado lo suficiente a la oscuridad, siéndole posible observar el movimiento en el vientre de la dama acostada, dudando sobre el repentino pensamiento que atravesó su mente.
--Mi señor...
--Gracias, Fira. --Dijo, tocando su hombro con calidez genuina.
La dama de cabello platinado se quedó estoica, sorprendida y emocional por la repentina muestra de afecto de su señor, por lo que al sentir que sus pensamientos podían estar equivocados, prefirió guardarse para sí sus conjeturas.
--Es mi honor poder ayudarlo, mi señor. --Le sonrió con extrema felicidad, una que solo pudo ser apreciada por él.
--Regresemos. Ya volveré cuando despierte --Dijo al notar al guardia volviendo con las velas y una antorcha encendida--. No permitas que muera. --Le miró con frialdad.
El hombre asintió un par de veces, aterrado por la bestial mirada de su señor.
--N-No, s-s-señor Barlok.
∆∆∆
Las tranquilas llanuras habían sido despertadas por el bullicio de las innumerables tropas que comenzaron a colocarse en formación de avanzada.
--Parece que el tullido hoy no te acompaña --Se acercó, bajando el ritmo de la cabalgata-- ¿Dónde está?
--Si deseas conversar, hazlo con quién desee escucharte. Ahora largo --Arreó al caballo, tomando la delantera de las filas de los soldados montados-- ¡Sin mi orden nadie puede detenerse! --Gritó-- ¡Quién ose desobedecer será ejecutado en el acto!
En la lejanía, en medio de las tropas y dentro de un hermoso carruaje, una bella mujer se soplaba aire con un conjunto de plumas de ave nocturna.
--Lucian es impresionante. --Dijo una chiquilla de unos dieciséis años, con el rostro infantil y una sonrisa coqueta.
--Sí, mi hijo lo es --Sonrió, soplando con gentileza su bello rostro.