Nunca en la historia del reino o incluso del mundo, la diosa suprema había hablado con algun mortal. Las pocas veces en la que su voluntad había sido exteriorizada, los medios habían sido nada más ni nada menos que dioses mayores.
Pero contra toda lógica la figura celestial que se alzaba frente a ella, se había presentado como Ali (Alice) y no había forma de que fuera una mentira, ningún dios sería tan necio de suplantarla.
La diosa del mundo se encontraba al frente suyo y ella estaba semi desnuda con burbujas y completamente roja. La cabeza la mantuvo inclinadas mientras nerviosamente preguntó, —" ¿Que es lo que debo hacer Oh diosa suprema?"—
La diosa Ali (Alice), miró hacia el cielo y suspiró para continuar seriamente como si la desnudez de Indira no ocurriese.
—"Un gran calamidad está por azotar este mundo y será tu deber prevenirlo. Como bien sabes, hay poco que los dioses podamos hacer directamente para interferir con el mundo y en especial con uno tan joven como esté, por eso he decidido escogerte a ti como mi santa, Nafrith me dio buenas referencias así que tengo altas expectativas, esfuérzate y serás recompensada."—, dijo la diosa sonriendo.
—"¿Ahhhh p-p-pero que debo hacer?"—, pregunto pálida Indira, ser la santa de la diosa suprema era un honor inimaginable, la primera en la historia y quizás la única, voz y voluntad de la diosa suprema, sobre todos los demás dioses y mortales, pero Indira no era tonta, probablemente la responsabilidad también era colosal.
—"Hmn... la verdad no lo sé."—, dijo Ali mientras movía la cabeza. —"La magia del destino es complicada y borrosa, en especial con los ..cof..cof.. "actores" de esta obra. Desconozco la forma o tipo de calamidad que llegará al mundo, pero será tu misión investigarla y prevenirla, pero tranquila no hay forma de que te mande en una misión tan complicada sola ¿No?."—, dijo sonriendo. —"Elegiré a un héroe que te acompañara, aunque lamentablemente por razones ajenas a mi responsabilidad, cof..cof..., no puedo invocar a uno listo y preparado de otro lado(raptar), por lo cual deberemos formarlo y hacerlo crecer aquí. En la ciudad de Tandaris se encuentra el futuro héroe más poderoso de todo esté mundo, ve y encuéntralo. Luego, juntos diríjanse al Mar de Árboles, ahí bajo un árbol blanco encontrarás a una... bestia divina..., que he logrado invitar para ayudarte en tu causa, pero recuerda y presta mucha atención, no es tu bestia divina, no es tu sirviente ni será vuestra montura, es un invitado, ten mucho cuidado con él, trátalo como si de mí se tratase."—, dijo seriamente poniendo énfasis en cada palabra.
Indira no pudo evitar sorprenderse aún más, las bestias divinas no era algo ajeno para ella, quimeras, grifos, hidras, etc. Muchas veces en la historia habían aparecido invocadas o dadas a luz por el mundo y su poder había cambiando el curso de la historia de diferentes formas, pero al fin y al cabo, a excepción de las bestias divinas más poderosas como dragones o fénices cuyo poder era dependiendo comparable con dioses mayores, no podía imaginar uno que ameritara tanto estima y cuidado por parte de la diosa suprema. Indira no pudo evitar pasar saliva del miedo.
Esto no pasó desapercibido por la diosa Ali, quien hizo un ademas de despreocupación, —"No tienes porque preocuparte, si bien la bestia divina no estará completamente a tu disposición su actitud y conducta son indiferentes ante ustedes, mientras no la ofendas gravemente no pasará nada. Al fin y al cabo, ¿Te molestas tú porque un niño te saque la lengua? ¿Te incomoda el sonido de las hormigas al caminar? La diferencia de nivel es abismal, no eres nada ante sus ojos."—
Indira no pudo evitar palidecer, las palabras de reconfortó de la diosa no habían conseguido su finalidad, de hecho la habían puesto más nerviosa.
La diosa pareció ignorar su fallido intento de reconfortar a Indira y continuó hablando, —"En la ciudad Tandaris encontrarás al futuro héroe, lo podrás distinguir por fuerza y por su comida. Mucha suerte, el mundo cuánta contigo."— y de la nada empezó a desvanecerse.
—"¿Ah? Diosa suprema, espere no se vaya, podría darme más datos o ser más específicaaaa... DIOSA SUPREMAAAAA."—, gritó Indira mientras la diosa desaparecía.
—"La magia del destino es complicada mi niña, ya de por si, mis acciones o la información que tengas puede afectar el curso de los sucesos. Esfuérzate, te estaré observando."—, escucho Indira en su cabeza.
—"¿Al menos me dará un arma o poder divino adicional?"—, preguntó emocionada.
—"Ehhhh... lo evaluaré con el respectivo presupuesto..., adiós."—
Indira sabía que las palabras de la diosa suprema habían sonado nobles y motivadoras, pero algo en su interior no podía dejar de sentir que acababan de tirarle una bomba.
—"Uhhhhhh, debo encontrar al héroe, al menos no creo que haya nadie que se interponga en mi camino como Santa de la diosa Ali."—, dijo al fin sonriendo maliciosamente mientras pensaba en los beneficios que el estatus le traería.
Pero entonces como si el universo deseara golpearla en el estómago en su momento de felicidad, la voz volvió a resonar en su cabeza, —"No le digas a nadie que eres mi santa o los dioses rebeldes que confabulan contra mi o los responsables de la calamidad irán a por ti y el héroe antes de que pueda madurar."—
"..."
Indira salió vestida del baño preparada para comenzar inmediatamente su viaje hacia Tandaria, pero sus ojos se toparon con un hermoso y desnudo príncipe recostado en la cama, mientras sostenía una rosa entre su boca.
—"Veo que te has tomado tu tiempo, espera ¿Por que estás vestida? Oh, ya veo, te gusta hacerlo con ropa, mis disculpas mi lady, ahorita mismo me preparo."—, dijo el príncipe entusiasmado.
Recién en ese instante Indira recordó que había estado haciendo hace unos minutos, pero lamentablemente para el príncipe, unas palabras resonaron el la cabeza de Indira, "Te estaré observando."
"Te estaré observando."
.
.
.
—"NO PIENSO HACERLO CON LA DIOSA SUPREMA MIRANDO AHHHHHHHH!"—, arrugó el ceño Indira mientas salía de la habitación irritada y cerraba de golpe la puerta.
El príncipe miró perplejo a la santa y suspiró, —"Siempre escuche que las santas eran personas raras, pero no espere esto."—,luego miró su mano izquierda y dijo seriamente, —"Entonces seremos tú y yo fiel compañera."—
Mientras tanto Indira tras alistarte busco su caballo personal y partió hacia la ciudad de Tandaris, ubicada relativamente cerca de la tierra a del duque Rondar, en donde había estado, a casi tres o cuatro días de viaje sin parar. Cualquier otro caballo habría caído al primer día, pero su compañera era es especial, una yegua blanca y majestuosa, tonificada y sin un solo rasgo de grasa corporal, cada pisada que daba la tierra temblaba y tras su camino un aura mágica multicolor impregnaba el lugar. Era el producto de una yegua pura sangre de Barimor, ciudad legendaria por la calidad de sus caballos y un unicornio desconocido, su nombre era Riz y había acompañado a Indira por muchos años. Y aunque no era un unicornio ni tenía el cuerno, su sangre le permitía tener muchas de las habilidades de uno pura sangre e incluso existía la posibilidad de que en el futuro pudiera evolucionar a un unicornio, de ser el caso claro, que llegase a purificar su sangre.
Sin percance alguno llegó a la ciudad de Tandaris, camuflada con una capucha gris empezó a recorrer a pie la ajetreada ciudad. Normalmente la venida de la santa a una ciudad era un evento en sí, en muchos lugares el día de su visita era fijado como feriado anual y estaba destinado a ser celebrado por muchas generaciones, pero la intención de su llegada no podía ser evidenciada por motivos dela misión, además de que personalmente Indira no era fanática de los lame botas, así que preferiría realizar su búsqueda en anonimato si las situaciones se lo permitían.
Rápidamente ubicó la pequeña sucursal del gremio de aventureros y buscó a la recepcionista.
La joven que cuya cejas no pudieron evitar la suspicacia creada por la misteriosa encapuchada, procedió a brindarle un formulario de registro y a solicitar su placa, pero mientras expulsaba el monótono monólogo de bienvenida, fue interrumpida por Indira quien no la dejó continuar.
—"No deseo buscar trabajo, de hecho quiero información, pero no deseo llamar la atención. Creo que tú podrías ayudarme."—,dijo sonriendo mientras sacaba unas monedas.
Las cejas suspicaces de la joven recepcionista inmediatamente se calmaron y una amable sonrisa apareció en su rostro, —"Claro que si, estimada usuaria. Dígame, ¿En que le puedo servir?—"
—"Deseo conocer a las personas más fuertes de esta ciudad, de preferencia menos de treinta años."—dijo calmadamente. Si la diosa suprema indicó que deberíamos formar y criar al nuevo héroe, no debe ser mayor de veinte años, pero por las dudas buscaré también en los treintañeros.
La recepcionista asintió y procedió a sacar libros y recolectar la información solicitada , al cabo de unos minutos terminó y Indira recogió lo que buscaba. Pero cuando estuvo por retirarse voltio inesperadamente y miró a la recepcionista.
—"Tengo otra búsqueda...pero es un poco inexacta...—", dijo sonriendo incómodamente.
La recepcionista miró intrigada a Indira y muy profesionalmente respondió, —"Mi lady, le recuerdo que las búsquedas son confidenciales y mi silencio está garantizado por el gremio. Puede buscar lo que desee mientras no interfiera con los intereses del gremio."—, hizo una pausa y su rostro tomó un tono más serio y sombrío, como si juzgara a Indira,—"Pero si su búsqueda va más allá de las competencias de nuestra institución, le sugiero acudir a los gremios negros o al mismo Mercado negro."—
Indira no supo si reír o llorar, —"No,no,no. No es nada malo, quisiera saber las noticias o cualquier cosa notoria sobre ... comida... en la ciudad..."—, sonrió incómodamente.
—"¿Ah? Comida...Oh ya sé que es lo que busca."—, sonriendo divertidamente.—"Vaya a la plaza al medio día, encontrará lo que busca ahí."—
Indira no logro sacarle más información a la recepcionista por más que lo intento, sumar monedas de oro tampoco le dio mejores resultados pese a lo imaginado.
—"Si en verdad no sabes lo que buscas, tu expresión valdrá la pena, cuando lo veas si compartes mi opinión puedes volver y ofrecérmelas de nuevo, con gusto las aceptaré."—, fue lo que dijo la recepcionista que no paraba de reírse.
Finalmente Indira se retiró frustrada y recorrió las calles de la ciudad mientras esperaba que la hora fijada llegase.
Faltando varios minutos Indira llegó a la plaza y para su sorpresa pudo advertir que varios grupos de personas al igual que ella compartían su dirección o ya estaba ahí esperando. Pero su impresión fue mayor cuando advirtió que varias de las personas presentes, ocultas o expuestas a plena vista, tenían un nivel de habilidad avanzando para el estándar de la ciudad. Y, si bien ninguno de ellos representaba una amenaza considerable para Indira, juntos podrían ser una molestia.
Los minutos pasaban y el tiempo esperado se acercaba, en la plaza reinaba un silencio absoluto y todo esto no paraba de intrigar a Indira. Pareciese que una batalla campal estuviera a punto de iniciar, los curiosos y misteriosos individuos, el campo de batalla, una hora fijada, todo tenía pinta de novela heroica.
Conforme los segundos pasaban las miradas de todos se tensionaban, la santa no pudo evitar tocar su espada con el borde de sus dedos y prepararse.
El segundo exacto llegó y de pronto una alegre melodía resonó por la plaza, un tarareo infantil sin más. De pronto, de una esquina un pequeño niño con un carrito de comida que jalaban de una soga avanzaba lentamente.
Todas las miradas de la plaza se centraron en el niño, nadie se movió y el sueñecito congeló la situación. El único indiferente ante la tensión no era otro que el infante.
El pequeño en cuestión, tendría de unos doce o trece años, sus prendas eran simples pero limpias y su cabello era negro como la noche. El carrito era estructura sencilla y de un metal común, sin adornos innecesarios más que un simple cartel se enmarcaba en la parte superior que contenía dos palabras.
Indira no pudo evitar abrir la boca de la sorpresa al ver el título que poseía, "Restaurante Celestial".
En un mundo gobernado por dioses el uso de los términos divinos era delicado, el mal uso o intento de jactarse con ello podría traer al propietario serios problemas. Por ejemplo, si una escuela marcial se llamase "Espada Divina" y la voz se corriera, no pasaría mucho antes que diferentes escuelas versadas en el arte de la espada los visitasen con la finalidad de retarlos y destruir su honor. Claro que esto no significaba que si la escuela tuviese la fuerza necesaria para defender su título pudiera conservarlo. Una clara muestra de ello era que
a lo largo del mundo habían varias organizaciones y lugares que ostentaban títulos divinos. Pero, como bien decía el refrán, siempre hay un cielo sobre el cielo y un hombre sobre otro hombre, nadie en su sano juicio osaría clamar el título del más fuerte y por ende, a excepción de algunas potencias, el uso de títulos divinos o palabras jactanciosas era algo muy raro.
Al ver el título del carro de comida del niño, la santa no pudo evitar pensar cómo no había sido obligado a cambiarlo por los demás restaurantes de la ciudad dado que la única palabra que se le ocurrió para describir el título ese momento, fue pretensioso.
El niño parecía no sentir la atención de todos los presentes y durante unos minutos rodeó la plaza buscando un buen lugar, debajo de la sombra de un árbol y donde la brisa corría ligeramente, el niño paró. Saco del carrito un blanco mandil que se puso y una gran sartén, encendió la hornilla, empezó a cortar rápidamente con un cuchillo los ingredientes mientras por segundos iba sacando el arroz y una salsa negra.
Indira observaba incrédula como la mirada de todos los presentes continuaban en el niño, sin embargo, no se movió y permaneció atenta.
Cuando el aceite estuvo caliente el niño colocó el arroz con los demás ingredientes y empezó a mover la sartén con habilidad. El contacto de los ingredientes con el aceite hirviendo genero que un delicioso olor invadiera la plaza lo que hizo que los ojos de Indira se abrieron como platos, asimismo, al sentir el olor su letárgico estómago despertó y dio un imponente un rugido.
El estómago de Indira era el estómago de la santa, es decir, un estómago santo..., un estómago que había probado las delicias y exquisiteces que los chefs imperiales y más famosos del reino y reinos extranjeros pudieron ofrecerle, preparados con ingredientes de la mejor calidad e incluso algunos ingredientes mágicos.
¿Como era posible que un niño en un carrito de comida ambulante podía estimular el estómago santo de tal manera?
Pero cuando estaba distraída con tantas preguntas que rondaban por su cabeza, advirtió que los presentes empezaba a a moverse lentamente hacia el carrito formando una larga fila de espera.
Indira quedó estupefacta, ¿Acaso todos estos sujetos venían a comer en el carrito del niño?
Tras pensarlo, decidió probar la comida, avanzó rápidamente hacia el carrito sin pensarlo cuando a unos metros, una intenta aura asesina se dirigió a su espalda, si bien no era fuerte era densa como si de un ejército o una jauría se tratase, rosando el dedo con su espada voltio rápidamente para observar que todos los presentes la miraban furiosamente.
—"¿Ah?"—, no pudo evitar exclamar Indira.
—"Haz tu cola muchacha, o sentirás el filo de mi espada."—,dijo gruñendo un hombre calvo con una gran espada en su espalda.
—"Estos jóvenes de hoy en día, ya no conocen modales."—, dijo otro anciano de aspecto débil mientras jugaba con su larga barba, aunque el aura que emanaba podía poner los pelos de cualquier guerrero en punta.
Indira no pudo evitar suspira y sonreír incómodamente, lentamente avanzó hacia el final de la fila y espero pacientemente.
Los minutos pasaron y finalmente el niño empezó a servir, las caras de felicidad empezaron a brotar, Indira no pudo evitar pensar en lo raro del suceso, ver a hombres fornidos, gordos adinerados, ancianos misteriosos y mujeres hermosas sonriendo como niños por un plato de comida, era raro.
Finalmente tras varios minutos llegó el turno de Indira, la Santa había ya previsto tras una detallada evaluación de los clientes que el pago consistía en 2 monedas de oro. Primero, Indira había pensando que era una locura, dos moneda de oro equivalía a aproximadamente a un año de trabajo de un campesino, si es que la cosecha era buena y delante de ella una cola de más de 40 personas pagaba sin rechistar dos monedas por un pequeño plato de arroz. Pero luego, al ver llegar su turno, no pudo evitar que la baba empezara a salir de su boca teniendo al frente el misterioso manjar, cada grano de arroz frito parecía de hecho oro, los dorados pedazos de la tortilla de huevo parecían contener el sol ardiente del firmamento y la carne con las verduras contenían la esencia del mundo.
Indira se llevó las manos a la boca y miró al niño que acababa de crear esa obra de arte, el niño le devolvió la mirada y levantó una ceja curioso, —"Hermana, nunca te había visto, ¿Eres nueva por acá? Sería una moneda de oro por ser tu primera vez, estoy acá todos los días a la misma hora, puedes volver cuando quieras."—, dijo sonriendo alegremente.
En ese momento Indira entendió la tranquilidad del niño, con esa comida y dichos clientes, levantar la mano al niño será ofender a todos los expertos y poderes de la ciudad. Era muy probablemente que esto hubiera ya ocurrido antes, por ello era que todos los presentes parecían tan tensos al momento de la comida, entre todos se controlaban y bloqueaba impidiendo que se establezcan un monopolio sobre el niño, permitiéndoles a todos disfrutar la comida continuamente.
Indira asintió rápidamente y salió de la cola al sentir la presión de los clientes que esperaban su turno, buscó una banca tranquila y empezó a comer.
La comida brillaba y emanaba una hermosa aura, Indira estaba segura que los materiales no podían ser comunes,como sino un arroz frito podría billar. Pero, ¿como un niño tan pequeño podía conseguir ingredientes mágicos? ¿Tendría un maestro? ¿Podría ser el niño el héroe profetizado? Alguien debía estar respaldándolo.
Pensamientos confusos divagaban por la mente de Indira tratando de conectar y vincular su misión y las palabras de la diosa suprema, cuando tras una acción instintiva su lengua sintió la comida que se había llevado a la boca.
En ese momento una flagrancia inundó su alma y asaltó su sentido del gusto, la combinación del los hermosos granos con la tortilla y las carnes crearon una explosión en su boca como nunca había sentido.
—"Oh por Dios, ¿como es posible que un arroz frito sea tan delicioso?"—, exclamó con aún comida en la boca. Instintivamente quiso llorar de alegría.
Totalmente inmersa en su comida empezó a devorar velozmente el manjar divino que se encontraba delante suyo sin poder parar.
—"Nom, nom..."—
Su cara estaba casi dentro del plató y en su hermoso rostro varios granos de arroz habían montado guardia.
—"Delicioso!"—, exclamó al terminar el plató, no dejando ni un solo arroz libre de su casería. Sin embargo, Indira no pudo evitar querer más, aunque siendo una dama y cuidado su figura siempre había comido porciones pequeñas, esta era una de las pocas veces en las que no se sentía satisfecha.
Voltio a ver la cola que poco a poco iba llegando a su fin y rápidamente se acercó para volverse a formar. No obstante, al llegar el fornido hombre delante suyo la miró y sonrió, —"El dueño no sirve segundos platos, por más dinero que le ofrezcas. Sino hace rato que hubiéramos comprado todo su stock."—
Indira se llevó las manos a la boca horrorizada, ¿Acaso debía esperar un día entero para volver a probar otro pequeño plato?
Imposible, no había forma, luego de probar dicha comida era inaudito que comiera en otro lugar y menos esperar...
—"UN MOMENTO!"—, sonrió maliciosamente.
—"El niño debe ser el héroe, no hay duda alguna. Y conforme a las instrucciones de la filosa suprema DEBO entrenarlo y guiarlo. Lo que conlleva a que DEBEMOS viajar juntos y DEBERÁ seguirme por su seguridad."—, rio diabólicamente como nunca antes una santa lo había hecho.
Pero cuando Indira se acercaba directamente al niño a darle la maravillosa noticia, un hombre inmensamente gordo se interpuso en su camino y mirando al niño dijo, —"Alista tus cosas muchacho, te vienes conmigo."—