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Cuando cayó la noche, Howard fingió marcharse pero sigilosamente se deslizó de vuelta al castillo, ¡atrapando a un culpable in fraganti!
La figura encapuchada, reconocida por Howard, era un oficial militar de la familia Habsburgo, traída por Nora tras la conquista de la capital imperial.
La conexión se hizo más clara cuando Howard recordó que el espacio abierto en el segundo piso del castillo fue dispuesto bajo la sugerencia de Nora a Alonso.
La evidencia era casi inequívoca.
Aunque Howard aún no estaba seguro de los motivos de Nora para dañar a Alonso, era evidente que el culpable no iba a escaparse.
Esperando hasta bien entrada la noche, Howard se acercó silenciosamente a la habitación de Alonso.
Se escondió en la habitación contigua, cerró la puerta suavemente y apoyó su oído contra la pared para escuchar los sonidos de la habitación de Alonso.
Pronto, el sonido de pasos resonó en el corredor —los distintivos clics de tacones altos y los golpes de botas de cuero.