La tarde con Diana terminó y ella había acordado reunirse con Nam-Ek dentro de 2 días para viajar a Temiscira y reunirse con su familia. Con nada más que hablar Nam-Ek se retiró a la base que tenían en la Luna hasta que llegara el momento de recoger a Diana.
Dos días después Nam-Ek tomó a Diana quien había pedido un año sabático alegando problemas familiares. La reunión de la princesa con las amazonas fue bastante emotiva, pero nada de lo que tuvieran que formar parte los kryptonianos así que Nam-Ek regresó a la Luna y comenzó los preparativos para la construcción de la base en Venus.
La base en Venus era más que nada un proyecto personal de Nam-Ek para entretenerse, pero al mismo tiempo era un lugar seguro al que podrían ir los kryptonianos en caso de emergencia.
También estaba a punto de obtener grandes resultados después de toda la exposición que había tenido a la kryptonita.
Había que recordar que las dosis de kryptonitas a la que se exponía Nam-Ek era unas 10 veces mayor que el resto, por lo que la resistencia que estaba desarrollando era más notable en él que en el resto.
Por otro lado, el uso de la magia cada vez era mejor y Venus sería un excelente lugar para ver qué tan lejos había llegado.
De esta forma más de un año pasó y el número de superhéroes se había incrementado, así como los supervillanos correspondientes.
Las compañías de cada una de las kryptonianas habían sido un éxito total, para sorpresa de todas, la más popular era la compañía productora de videojuegos de Faora.
Nam-Ek ahora estaba pensando en comprobar el mar en el centro de la Tierra y saber si Atlana se encontraba allí o no. No habían vuelto a tener contacto con ningún habitante de la Atlántida pera no ocasionar problemas al mundo de la superficie. Pero ahora que su base estaba terminada era tiempo de una aventura.
También tenía planificado un viaje de negocios a Gotham o mejor dicho lo tenía Ursa, pero el estaría acompañándola por lo que no debía tomarse mucho tiempo en el fondo marino.
También quería estar presente cuando Diana viajara al exterior, esta vez no a combatir el crimen o algún dios rebelde, sino como embajadora de Temiscira. Hipólita había aceptado que era tiempo de que las amazonas dieran a conocer su existencia al resto del mundo.
La decisión de la reina había sido muy influenciada por Nam-Ek quien se había hecho muy cercano a ella, en realidad se había hecho muy cercano a casi todas las amazonas incluyendo la princesa.
Aunque la relación de Nam-Ek con la reina y la princesa era bastante cercana, esa misma cercanía había hecho que no pudiera avanzar más con ambas mujeres.
Madre e hija no estaban seguras de querer compartir el mismo hombre. No se trataba de que fuera un tabú o mal visto, las amazonas eran guerreras y para ellas lo único que importaba a la hora de acostarse con un hombre es que este les diera una fuerte descendencia. Por este motivo muchas amazonas ya habían compartido la cama con Nam-Ek. El problema con ambas mujeres eran los sentimientos.
El resto por el momento solo buscaban diversión, veían a Nam-Ek de la misma forma que un niño ve a un juguete nuevo y todas querían jugar con él.
Las kryptonianas no tenían problema con esto y en algunas ocasiones se habían ido a la cama con Nam-Ek acompañados por más de una amazona, aun así, comenzaban a preocuparse de que ninguna se había embarazado después de tanto tiempo y les preocupaba que una amazona podría adelantarse. Así que habían decidido redoblar sus esfuerzos.
Ahora Nam-Ek se encontraba a miles de metros de profundidad en el mar rodeado de cadáveres de habitantes de la Fosa. Su destino era el mar oculto del centro de la Tierra. No le costó llegar al remolino que lo conduciría al lugar y una vez allí tuvo que admitir que la Tierra de este universo en verdad era un lugar sorprendente y llena de belleza.
En este lugar la fauna y la flora estaba compuesta de especies prehistóricas y tal vez una que otra mitológica era difícil de decir sin los conocimientos apropiados. Nam-Ek estuvo sobrevolando el lugar tratando de encontrar a la reina de las sirenas. En el proceso tuvo que dejar inconsciente a algunos animales que pensaron tener la cena garantizada.
Estaba a punto de darse por vencido pensado que en este universo la historia de la reina Atlana era diferente hasta que vio una figura blanca emerger del mar. Si fuera la vista de una persona normal pensaría que era uno de los peces más feos jamás visto. Pero Nam-Ek sabía que detrás del perturbador disfraz se escondía una bella Milf. Este tipo de cosas eran algo que no había fallado hasta el momento.
"Nunca pensé que encontraría a nadie en este lugar." Le dijo Nam-Ek a Atlana al descender cerca de ella.
La reina se alarmó ante la repentina aparición de un hombre de considerable estatura volando. "Yo tampoco esperaba encontrar a nadie aquí, ya había perdido las esperanzas." La reina permanecía en guardia, pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que habló con alguien que no pudo evitar responder.
Tampoco era como si tuviera algún motivo para permanecer en silencio y era obvio que no era buena idea enemistarse con la persona frente a ella.
"La forma en la que te mueves en el mar, eres una habitante de la Atlántida." Afirmó mostrándole a la reina que tenía conocimiento de su gente.
"Sabes sobre mi pueblo. ¿Quién eres?" Le preguntó ahora que estaba parado frente a ella. "La última vez que estuve en la superficie no había hombres como tú."
"Mucho ha cambiado en los últimos años. Dime que hace una mujer tan hermosa en un lugar como este. Pareces alguien que se ha perdido."
La reina se quedó en silencio sin contestarle, pero Nam-Ek no le dio importancia. "Mi nombre es Nam-Ek y soy un explorador. Quiero ir a explorar este lugar, pero no me importaría escuchar sobre este lugar de alguien con experiencia."
La reina seguía en silencio. Nam-Ek había tratado de ser lo más natural posible, pero viendo la actitud de la reina decidió no perder más el tiempo con ella y se giró decidido a marcharse y recorrer el lugar un poco más. Después traería a las chicas a este lugar.
"¡Espera! Lamento por como he comportado, es solo que hace tanto tiempo que no hablo con otra persona que mis habilidades sociales están algo oxidadas. Mi nombre es Atlana, encantada de conocerte Nam-Ek."
Ahora era Nam-Ek quien se había quedado en silencio aparentando que recordaba algo. La reina lo miraba de manera curiosa y quería preguntarle un poco sobre el mundo, pero más que nada se preguntaba si podría ayudarla a abandonar este lugar en el que había estado retenida por más de una década.
"¿No serás por casualidad la anterior reina de la Atlántida que fue arrojada por su esposo a la Fosa?" La pregunta inesperada sorprendió más de lo esperado a la reina. "¿Cómo sabes sobre mí?" Después de hablar se dio cuenta de que ella sola había confirmado sus palabras.
"Obtuve la información de un soldado que conocí hace algún tiempo. Una historia bastante triste de como una mujer había sido forzada a separarse del hombre que amaba y su hijo, todo por la ambición de un hombre que quería ser rey."
La reina continuaba sorprendida, no pensaba que tanta información fuera conocida. "¿Qué más puedes decirme sobre mi pueblo y el resto del mundo?"
"Solo he tenido algunos encuentros con un par de atlanteans así que no es mucho lo que puedo decirte. El anterior rey de Atlántida falleció y ahora tu segundo hijo gobierna. Supongo que eso te hace viuda. Tu hijo mayor se ha convertido en un superhéroe conocido como Aquaman y su padre falleció hace algunos años."
La última noticia trajo tristeza al corazón de la reina y Nam-Ek pudo ver una pequeña lagrima correr por su mejilla. "Lo lamento. Tal vez no debí mencionar eso último."
"No, lo sabría tarde o temprano." La reina quiso cambiar de tema y recordó algo que Nam-Ek había dicho. "Dijiste que mi hijo mayor Arthur es un superhéroe. ¿Qué es eso?"
"Es algo nuevo. Hay algún lugar cómodo donde podamos sentarnos, creo que hay mucho que tengo que contarte."
"Si, sígueme." Cuando llegaron al refugio de Atlana, Nam-Ek procedió a contarle todo lo que podía sobre las últimas décadas que la reina se había perdido atrapada en el mar escondido del centro de la Tierra.
Prácticamente toda la información que Nam-Ek le había dado a la reina era sobre el mundo de la superficie. Él le había contado sobre su encuentro con la princesa Mera y como había terminado todo. Lo que más había sorprendido a la reina era que el hombre frente ella provenía de otro planeta.
También se sorprendió al escuchar sobre las amazonas, incluso ella había llegado a pensar que esta raza de mujeres guerreras se había extinguido ya que hacia milenios desde la última vez que alguien vio una.
Era mucho lo que tenía que procesar Atlana, pero fue interrumpida por Nam-Ek. "Entonces ¿qué hay de comer por estos lugares? Nunca he probado la carne de dinosaurio." La reina casi se hecha a reír por el comentario y luego pensó en algo.
"Normalmente diría que es una locura, pero contigo aquí podría ser diferente. ¿Por qué no vamos a cazar la cena de hoy?"
"Me parece bien. Luego podemos recorrer un poco el lugar así me muestras los lugares más interesantes y entonces nos podemos largar de este lugar." Atlana se había quedado congelada la escucharlo. "¿Qué sucede?" Le preguntó Nam-Ek que no entendía porque Atlana se había detenido.
"¿Lo dices en serio? ¿Abandonar este lugar?" La reina hablaba con voz temblorosa. "¿Por qué mentiría? ¿No habrás pensado que te abandonaría en este lugar o sí?" La mujer se quedó en silencio.
"Venga, muéstrame que tenías planeado para cenar." Así ambos continuaron avanzando. Más tarde después de haber cazado un dinosaurio del que Nam-Ek no tenia conocimiento, pero que encontró muy delicioso. Luego Nam-Ek cargó a la reina en sus brazos y antes de que ella pudiera reaccionar se encontraban volando sobre la selva.
Atlana le mostró algunos lugares muy hermosos que él había ignorado anteriormente mientras la buscaba su última parada fue una maravillosa cascada que era el lugar favorito de Atlana. Nam-Ek estaba admirando el lugar y no le prestó atención a como la reina se desvestía y se arrojaba al agua. Cuando la reina vio la mirada que le dio Nam-Ek un poco sorprendido por sus acciones le dio una sonrisa.
"Este ha sido mi sitio favorito en este lugar por la última década, solo déjame disfrutar de el por unos minutos. ¿Por qué no te unes?" Nam-Ek nunca pensó que algo así pasaría, pero la reina llevaba más de una década viviendo en soledad y ahora sabía que el único hombre que había amado había muerto lejos de ella. Tal vez solo quería desahogarse, quien sabe.
"Eres una mujer muy hermosa, si entro al agua no solo serán unos minutos." Nam-Ek no sabía que tan decidida era la reina, pero él no se andaría por las ramas. La reina solo le dio una respuesta. "Eres libre de hacer lo que quieras." Nam-Ek no perdió el tiempo y se quitó toda la ropa haciendo que la reina comenzara a pensar si no había cometido un error.